El primer estudio individual e integral del Chilam Balam Tekax, un texto anónimo que data de 1833 redactado en lengua maya yucateca con caracteres latinos, fue publicado por la investigadora adscrita a la Dirección de Etnohistoria del INAH, María de Guadalupe Suárez Castro.
De acuerdo con la historiografía, los denominados como Chilam Balam son textos de tipo profético escritos en distintas comunidades de Yucatán desde la época prehispánica hasta el siglo XIX, resguardados en la colección de códices de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH).
Aunque siempre se había trabajado a la par del Chilam Balam Nah o Na, escrito posteriormente, la investigadora recuperó la historia y de este documento. Mismo que contiene un santoral, un calendario solar y lunar, predicciones astrológicas conforme a los signos del zodiaco y los planetas, así como remedios herbolarios.
Su redacción estuvo a cargo de escribanos mayas que tenían acceso a textos de procedencia europea que se localizan en las iglesias, en las bibliotecas de los conventos franciscanos e incluso en el Hospital de San Juan de Dios, en Mérida.
“Los autores eran individuos que formaban parte del sistema de cargos religiosos de la comunidad, y probablemente se desempeñaron como maestros de doctrina, sacristanes, cantores o notarios”, expuso Suárez Castro.
La maestra en arqueología, quien dedicó cinco años de trabajo a la elaboración del libro, sostuvo que es la primera ocasión que se hace una investigación completa de este documento, ya que lo único que existía era una traducción de 1981.
“Estaba diseñado para ser utilizado por los ah dzac yah (curanderos), que eran especialistas en remediar enfermedades y en realizar rituales de nacimiento y muerte entre los mayas yucatecos”, señaló en cuanto al uso restringido del documento.
El libro está compuesto por ocho capítulos y un apéndice; en el primero, la autora reflexiona sobre el concepto de Chilam, personaje que antes de la llegada de los españoles, tenía comunicación directa con los dioses mediante sustancias sicotrópicas.
En el segundo apartado aborda la historia del pueblo Tekax, dedicado al cultivo de caña de azúcar; el tercero cuenta la historia del manuscrito; en el siguiente describe los materiales que se emplearon para su elaboración, como el papel de procedencia italiana, la tinta ferrogálica color sepia, el tipo de letra del texto y los encabezados; además de un análisis del contexto intelectual de los autores.
En el capítulo cinco hace referencia al contenido, las fuentes a partir de las cuales los autores obtuvieron la información y el análisis de las funciones del Chilam Balam de Tekax; y en el sexto se incluye la transcripción del texto completo; precisó un comunicado.
Finalmente, el apartado séptimo ofrece una relación mes por mes en la que se observan las diferencias y similitudes entre los nombres de los santorales consignados en otros manuscritos y en el de Tekax; el octavo presenta una versión libre de la traducción del texto; y el apéndice reúne un análisis morfológico de la totalidad del escrito.
Dicho manuscrito estaba integrado por 18 folios, pero cuatro de ellos se perdieron, probablemente durante su periplo, porque el libro de Tekax pudo trasladarse al pueblo de Teabo, ambos en Yucatán, donde se redactó el Chilam Balam de Nah.
A principios del siglo XX, se trasladó a Estados Unidos, donde formó parte de la colección de William Edmond Gates, profesor especializado en el estudio de los mayas, pero poco después desapareció, hasta que en 1947 ingresó al acervo de la BNAH como una adquisición por la que se pagaron 500 pesos.
El original incompleto se resguarda en la BNAH, mientras que el resto del contenido se conoce a través de reproducciones disponibles para su consulta en algunas bibliotecas estadunidenses, como la Universidad de Harvard.
NCG