Un motín en la capital de la Nueva España estalló el domingo 8 de junio de 1692. El pueblo, enfurecido por la hambruna galopante, prendió fuego al Palacio Real del Ayuntamiento y a las Casas de Cabildo, donde se resguardaba el Archivo de la Ciudad.
Don Carlos de Sigüenza y Góngora se percató del fuego, se introdujo entre las llamas y con sus propias manos salvó los documentos del archivo. Contrató a cargadores para que, en carretas, llevaran ese tesoro a buen resguardo. Gracias a él se tiene hoy la historia de los siglos XVI y XVII.
El Archivo Histórico de la Ciudad de México, ubicado en República de Chile 8, conserva 65 mil planos, de los cuales varios miles ya están restaurados y digitalizados, de acuerdo con su director, el Doctor Carlos Enrique Ruiz Abreu.
“Si alguien desea conocer cómo era la ciudad y qué espacio ocupaba en ciudad en 1750, 1800, 1850, o 1950, por ejemplo, los mapas le indican el crecimiento de la mancha urbana, cómo fueron naciendo las colonias”, explicó.
¿Qué hacía, qué comía, cuáles eran los pasatiempos y cómo vivía la sociedad capitalina en los años de la lucha por la Independencia, o en la Reforma, o durante el Porfiriato, o la Revolución? Eso se puede consultar en los acervos correspondientes.
Entre los temas que destacan, está la introducción de la luz eléctrica, la llegada del cinematógrafo, los teatros y cines, las corridas de toros, los circos, la apertura de calles como 20 de Noviembre, los expedientes de los reos de las cárceles de Belén y de Lecumberri.
Para consultar el acervo documental es necesario presentar identificación vigente (original y copia); carta dirigida al Doctor Ruiz Abreu, donde se solicite autorización para consultar los documentos y exponer los motivos de la investigación, y llevar guantes y cubreboca, para proteger los documentos y protegerse uno mismo.