Después de casi cuatro horas de la edición 40 de la marcha del orgullo habían terminado de pasar la mayor parte de carros alegóricos y de las consignas, entre ellas las referentes a tres activistas muertos en Taxco, Guerrero.
En opinión de Raúl, uno de los asistentes recurrentes, esta marcha superó por mucho en número a la celebrada el año pasado, que en su opinión fue peligrosa debido a que las obras del Metrobús que corre de Indios Verdes a Santa Fe estaban a la mitad.
En los costados de la avenida Paseo de la Reforma hubo organizaciones civiles defendiendo modelos de familia tradicionales; sin atacar al contingente y en silencio, enarbolaban banderas sobre el respeto a las familias conformadas por madre, padre e hijos; incluso había quienes afirmaban que los homosexuales irían al infierno.
Hasta poco después de las 18:00 horas un multitudinario grupo de personas continuaba llegando a la plancha del Zócalo capitalino, acompañados de silbatos y plumas de colores, para disfrutar de las actividades planeadas para este sábado.
Luego de más de cinco horas de seguir al contingente orgulloso de ser diverso las personas esperaban la llegada de la cantante Fey, tras una serie de espectáculos tendientes a “prender” a las personas.
Hasta después de las 21:00 horas las rechiflas exigían la presentación de la intérprete, pero antes llegó la Sonora Dinamita con un “Carmen se me perdió la cadenita” y su “Amor de mis amores si dejaste de quererme”, que todo el mundo entonó sin importar la incipiente lluvia que todo el tiempo amenazó con hacerse presente sin cumplirlo en su totalidad.
Cuando el grupo entonó “El mango relajado” los asistentes entonaron con exactitud cada uno de los versos de dicha canción; los contingentes de mediodía estaban ya reunidos en el Zócalo capitalino, otros se habían quedado en bares y restaurantes cercanos.
Así, luego de las 22:00 horas, Fey prendió a la diversa multitud que aún no terminaba de llegar; apareció en el escenario enarbolando no sólo la bandera de la diversidad, sino la de todos aquellos que piensan, aman, y viven diferente sin que nadie los escuche.
fahl