En efecto, es posible la derrota del candidato puntero en las encuestas. Pero las posibilidades no son actos de fe y tampoco una invocación divina.
No, lo cierto es que la derrota de Andrés Manuel López Obrador el 1 de julio depende de factores y variables diversos. ¿Cuáles son?:
1. Una clave para la movilización y la victoria electoral de un partido es la estructura. Morena, como saben, no es un partido, y menos una estructura territorial. Morena es una secta que adoctrina a muchos seguidores y un estado de ánimo para otros simpatizantes.
2. Y si entendemos lo anterior, entenderemos el fracaso de los cierres de campaña de Morena y su candidato en Veracruz, Durango, Sinaloa, Monterrey… y muchos otros. Es decir, movilizar a feligreses y simpatizantes de Morena y de su candidato requiere de mucho más que buenas intenciones; más que el fanatismo y el odio hacia el PRI y a la “mafia del poder”.
3. Así, la más importante diferencia entre el PRI –y sus aliados- y Morena es que el tricolor tiene una estructura en todos los rincones del país; organización capaz de movilizarse a una orden y llenar no sólo plazas y estadios, sino las urnas. Eso explica la espectacularidad de los cierres de campaña de José Antonio Meade y Mikel Arriola y el fracaso de AMLO.
4. Es cierto que Obrador es el mesías de la política, esperanza de los desposeídos y salvación de muchos oportunistas. Sin embargo, en la primera prueba, un espectáculo terrenal como el México-Corea goleó al mesías, en el estadio Pirata Fuente.
5. En otro extremo, los jerarcas de la Iglesia católica –y otros credos, como evangélicos- ya votaron contra AMLO y a favor de Meade. Es decir, para muchos católicos la urna del próximo domingo será mucho más que el receptáculo del voto; será el confesionario.
Y es que en todo el país, católicos llaman a votar en conciencia y por el candidato que enarbole los principios católicos. Es decir, que los católicos y la Guadalupana también podrían derrotar a Obrador.
6. Todos saben que amplios sectores de la sociedad mexicana es conservadora. Margarita Zavala lo puede atestiguar. Cambiar por un partido sin identidad y sin propuesta, como Morena, y por un candidato al que hasta la prensa extranjera identifica como ignorante y copia de Chávez y Maduro, no será una decisión fácil.
¿Cuántos feligreses de Morena serán leales a AMLO en la soledad de la urna; cuántos ven el espejo de Venezuela el regreso a Echeverría y López Portillo; cuántos temen perder su empleo, la hipoteca; cuántos ven a sus hijos en escuelas públicas porque no podrán pagar escuela privada?
Muchos no entienden el populismo y tampoco el peligro de regresar al autoritarismo de los años 60 y 70. Aun así, muchos saben que existe el riesgo de perderlo todo, por poco que sea. Y ese peligro también vota.
Por eso, quien diga que la presidencial está resuelta, miente. Lo cierto es que puede pasar cualquier cosa, incluso la victoria de Meade y la derrota de AMLO. Por eso ya hablan de fraude y hasta amenazan “con el diablo”.
Al tiempo.