El punto de partida del descrédito del gobierno de Enrique Peña Nieto –y de la campaña de odio contra el Presidente- se localiza en el escándalo de la llamada Casa Blanca.
Si recuerdan, opositores y malquerientes de Peña orquestaron un montaje mediático con el argumento de que resultaba escandaloso que la esposa del Presidente adquiriera -con recursos propios y mediante un crédito- una propiedad valuada en 54 millones de pesos.
Como saben, buena parte de quienes hoy ocuparán el poder bajo las siglas de Morena –entonces amparados en el PRD- patrocinaron una campaña de odio que fue cimiento de la percepción general de corrupción en el gobierno de Peña Nieto.
Lo curioso es que hoy, a poco más de cuatro meses de que asuma el poder, el nuevo Presidente está atrapado en un escándalo de desfalco de una cuenta cuya cantidad es mayor al monto de la Casa Blanca, cuyos beneficios económicos fueron utilizados para financiar la campaña que hizo Presidente a AMLO, según el INE.
Es decir, que el escándalo del desfalco del fideicomiso que en un video anunció Obrador –para beneficiar a más de 40 mil damnificados- no sólo es mayor al costo de la Casa Blanca de la esposa de Peña Nieto, sino que la autoridad electoral encontró que –en efecto- Morena y su candidato presidencial engañaron a los ciudadanos y desfalcaron el dinero de esa cuenta.
Pero resulta curioso –de risa loca- que ante corruptelas aún mayores a las que se le acreditaron en su momento al presidente Peña -en el escándalo de la Casa Blanca-, buena parte de los medios, periodistas, intelectuales, empresarios y la sociedad en general no sólo guarden silencio, sino que permanecen indiferentes ante un escándalo mayor de corrupción, en el primer círculo, de quien aún no asume el cargo de Presidente.
Pero si es cuestionable el silencio de complicidad y complacencia de muchos ante el primer escándalo de corrupción de López Obrador -luego del proceso electoral-, es más escandalosa la respuesta del virtual Presidente y de la dirigente de Morena. ¿Por qué?
1. Porque ante el escándalo y la sanción del INE –por 198 millones de pesos-, López Obrador y la presidenta de Morena, Yeidckol Polevnsky, negaron que la cuenta fuera del partido rojo y –en el extremo- culparon a Elena Poniatowska y el sacerdote Alejandro Solalinde.
2. Pero si fuera cierto, la pregunta obliga. ¿Por qué Obrador mostró en video la cuenta para ayudar a los damnificados, si no era de Morena?
3. Está claro que alguien miente. ¿Acaso AMLO utilizó una cuenta de la que no estuvo enterado?, ¿acaso lo engañaron?, ¿acaso así engañarán sus colaboradores al próximo Presidente?
4. En rigor, ni Obrador ni la señora Polevnsky tienen argumentos para negar los hechos. ¿Por qué? Porque antes que negar el fraude, lo deben explicar y aclarar.
Es decir, están obligados a probar que los engañaron; de lo contrario, antes del arranque del nuevo Gobierno asistiremos a un escándalo mayor al de la Casa Blanca.
Al tiempo.