Era la intercampaña.
Ese limbo ridículo de nuestra ley electoral entre precampaña y campaña.
Digamos diciembre del año pasado, 2017.
En las encuestas, Andrés Manuel López navegaba con tranquilidad hacia las olas altas de la votación, pero sin alcanzar números de certidumbre y menos de avasallamiento como los del 1 de julio.
Los temores tocaron a rebato aquí, allá y acullá.
-A ese paso va a ser invencible -dijeron en el campamento azul, donde dominaba y al parecer domina -aun en la derrota- el queretano Ricardo Anaya.
Así surgieron los acercamientos en varios frentes.
Del PAN al PRD y de ellos al MC, aunque fueran con optimismo en alianza trilateral.
Lo mismo pensaron en otro lado, el del PRI con Nueva Alianza y PVEM.
Se dieron los encuentros entre ambos bajo una premisa: sería un acuerdo de facto, por lo cual no renunciarían ni el panista Ricardo Anaya ni el priista de signo ciudadano José Antonio Meade.

Ojo: sin declinación de nadie.

Los Pinos frenó el arreglo

Iban bien las cosas.
Andrés Manuel López se acercaba a los 30 puntos reales en la intención del voto, Ricardo Anaya superaba los 20 y José Antonio Meade estaba bajito de esa cuota.
40 contra 30: victoria a la vista.
En síntesis, podrían derrotar al tabasqueño.
El diálogo avanzaba cuando, de repente, el coordinador de la campaña priista, Aurelio Nuño, pidió tiempo para consultar a fin de llevar la respuesta definitiva.
Me dice uno de los negociadores del frente PAN-PRD-MC:
-Todos estábamos conscientes desde aquel momento: ni el Gobierno ni las instituciones supieron evitar su crecimiento y a esas alturas era la única forma de parar a Andrés.
Agrega:
“Sería el camino de frenarlo si se utilizaba mucha información confidencial, una buena estrategia y sobre todo una estructura electoral, que la teníamos, a lo largo y ancho del país”.
-¿Y qué pasó?
-Pues mucho. De repente, Nuño nos pidió permiso para consultar en Los Pinos y a su regreso nos dijo que el Presidente no quería ningún acuerdo con Anaya.
Luego vino la embestida, pero de eso hablaremos aquí mañana.

La misteriosa sesión del SNTE

Es muy llamativa la Sesión Extraordinaria del Secretariado Nacional del SNTE.
Un evento, vale destacar, al estilo de Elba Esther Gordillo, sin sede predeterminada, sin asistencia definida, sin observación de los medios de comunicación, etcétera.
Se desarrollará, dice la convocatoria, “en la Ciudad de México” este lunes con instrucciones a los convocados:
“Trasladarse con mucha discresión” -así, con S-; llegar a la sede sindical “por sus propios medios” y se estimará “asistir sin acompañantes”.
Más:
“Deberá estar puntualmente a las 11:00 horas en la sede del Secretariado Nacional, toda vez que previo a su inicio e instalación, se le dará a conocer el contenido estratégico de la agenda a desarrollar”.

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