La presencia de la madre en el primer año de vida es vital para la salud mental y afectiva del niño, afirmó el titular de Paidopsiquiatría del IMSS en Jalisco, José Ignacio Rendón Manjarrez, ya que, desde recién nacido, el niño necesita la cercanía del rostro de la madre para sentar las bases de los preceptos, que llevará por el resto de su vida.
“Hay una exigencia en su cerebro para poder percibir el rostro y la voz humana, obviamente de la madre”, enfatizó el experto del IMSS, durante su ponencia “Génesis de la Percepción”, en el evento Tópicos de la Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia.
Sobre qué determina la presencia de la madre, detalló que este proceso lleva al niño a poder establecer una relación. “Ahí está la génesis de la socialización, que se establece en el recién nacido, en el primer año de vida con la relación madre e hijo”.
La percepción, como proceso que la mente infantil reúne desde los primeros momentos de vida, aparece en el infante con diversos receptores, como los cinco sentidos, desde donde absorbe el mundo.
“La mente no es una hoja en blanco, tiene incrustaciones previas, tuvo una preparación durante nueve meses en el vientre”, apuntó sobre cómo influye la relación madre-hijo desde que está en el útero materno.
Así, consideró que muchos trastornos mentales podrían estar vinculados a la ausencia del rostro materno, lo que deriva en falta de empatía. “Empiecen a observar todas esas psicopatologías de la adolescencia o del adulto con esa dificultad para poder entender a otro. Hay una dificultad, si en ese momento tan crítico no hubo esa cercanía y la mente humana necesita permanencia”, explicó.
Al ver la historias de estas personas, agregó, “vamos a observar la dificultad en ese primer año de vida, con una alteración brutal, con una ausencia del rostro humano cerca de ellos, con un afecto ausente que lo lleva a conductas psicopáticas”, concluyó.
fahl