Por no cumplir con los estándares de comercialización, productores de mango del municipio de Amatitán, Jalisco, han reportado en años recientes la pérdida de cerca de la mitad de su cosecha. Ante ello, una estudiante propuso aprovechar la pulpa del mango.
La propuesta, de la estudiante de doctorado en biotecnología Mayra Elizabeth García Sánchez, se basa en crear las condiciones de cultivo de una bacteria capaz de producir un polímero de uso en salud humana.
El resultado es un biomaterial no tóxico, biocompatible y de extraordinaria pureza, el cual se proyecta como un producto más económico a los que existen en el mercado.
La literatura científica, explica la doctorante, señala que el mango es una de las diez frutas con más altos contenidos de azúcares. Por ello, su pulpa como medio de cultivo ofrece las condiciones de crecimiento de la bacteria del género Acetobacter, ya que cuenta con proteínas y minerales que enriquecen esta condición.
“Tenemos una máquina que fue hecha a la medida de nuestro requerimiento que despulpa media tonelada de mango en media hora, con la que estamos montando una planta piloto”, compartió la biotecnóloga García Sánchez.
Cada bacteria vive y se alimenta en el medio de cultivo, para después excretar la celulosa en forma de membrana, sometida a un proceso de purificación para que no haya restos del microorganismo.
“Tras hacer pruebas fisicomecánicas y químicas sabemos que la celulosa bacteriana tiene una alta capacidad de rehidratación, además de que cuenta con la propiedad de dejar fluir líquidos y gases a través de ella, por eso le queremos dar un plus”, puntualiza la científica originaria de Nayarit.
Con biomoléculas, realizarán pruebas a nivel laboratorio, para que tengan acciones antimicóticas o antibacterianas, así como de regeneración de piel para curar heridas.
La producción de celulosa bacteriana que se obtiene del mango es mayor a la que se genera con otros frutos de desecho, además de que en este proceso sólo se añade una fuente de nitrógeno.