Tener un animal de compañía no convencional o tradicional es cada vez más común; no obstante, si se decide adquirir uno es importante considerar aspectos como los recursos económicos que se invertirán por cuidados médicos y alimentación, el tiempo dedicado y si el espacio y diseño de la casa es apto para que viva ahí.
Las tortugas japonesas, hurones, conejos y cuyos son los más comunes e inofensivos porque ya están domesticados, pero la gente también gusta de iguanas verdes, erizos pigmeos africanos, serpientes (particularmente pitones) y roedores como hámsteres y ratas.
Además, cerdos miniatura y chinchillas, cabritos, peces, anfibios, aves (canarios, periquitos, ninfas, agapornis), escorpiones emperador, mantis, tarántulas y hasta grandes felinos, resaltó Itzcóatl Maldonado Reséndiz, profesor de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM.
La diversidad de especies es muy amplia, pero los animales que no han sido criados en cautiverio para cumplir la función de compañía no deberían estar destinados a ese fin. Y otras especies, aun siendo cautivas, tampoco deberían servir para ese objetivo, como los grandes felinos.
“Éticamente no es correcto tenerlos, porque la convivencia con ellos es peligrosa. Algunos que en un principio tenían como fin la producción de carne, leche o huevo, ahora están integrados a la familia, y otros tantos, cuya posesión está legalizada (leones y tigres), ponen en riesgo la vida de las personas. Por ello, las consideraciones para tener un animal no convencional pueden ser muy diversas”, remarcó.
Un problema común es la alimentación, pues cuando son llevados a casa los dueños no tienen idea de qué deben comer y les dan cosas que no son apropiadas.
Ejemplo de ello son las crías de loros: “les dan papillas a base de lácteos o masas de maíz, ingredientes que en la naturaleza no se encuentran y que les generan desnutrición que se acumula a lo largo del tiempo y pone en riesgo su vida”, alertó.
Otro inconveniente es que no se piensa en el tamaño que tendrán como adultos, sin contar que se incrementa considerablemente el costo de su mantenimiento, y el peligro de vivir con ellos.
Si se decide tener uno de estos animales, lo más importante es planearlo y consultarlo con un médico veterinario calificado en la atención de estas especies para tomar la mejor decisión, concluyó.
NCG