Dicen los que saben que, en efecto, son incuestionables las credenciales de la tía de AMLO en el Servicio Exterior Mexicano.
Pero ése no es el problema. El fondo está en la congruencia y la honestidad de las promesas del candidato presidencial y de las directrices trazadas como electo Presidente, para combatir la corrupción.
Es decir, AMLO recorrió el país prometiendo el fin de las lacras que más lastiman a la sociedad mexicana y de las que han abusado hasta el extremo los políticos. Y el electorado que hizo ganar de manera arrolladora a Obrador creyó en el cumplimiento de esas promesas que hoy parece en el olvido del electo Presidente.
Y una de esas lacras de las que abusa la clase política –y con las que prometió acabar el ganador del 1 de julio- es precisamente el nefasto nepotismo. Es decir, llevar a puestos públicos a los parientes y amigos de los políticos encumbrados.
Y es el caso de Martha Bárcena, la eficiente diplomática a la que AMLO deberá retirar del cargo al que la ha perfilado si es que el nuevo Presidente quiere ganar el reconocimiento de los ciudadanos, como quien cumple su palabra, respeta sus propias reglas y está lejos de ser otro más de los políticos mentirosos en la casa presidencial.
Y es que el problema no está en las credenciales de la tía política de Andrés. No, el problema es respetar la investidura presidencial y confiar en la palabra del Jefe del Ejecutivo.
Porque, como saben, la señora Bárcena es la esposa del diplomático en retiro Agustín Gutiérrez Canet, quien -a su vez- es tío de Beatriz Gutiérrez, esposa de Obrador.
Dicho de otro modo, resulta que en total incongruencia con su palabra y con sus propias reglas, AMLO llevará a un puesto clave –la embajada de México en Estados Unidos- a la tía de su esposa.
Pero el feo nepotismo no sólo es una ligereza y una incongruencia del que será nuevo Presidente. El problema va más allá si tomamos en cuenta el numeral 26 de las 50 reglas de López Obrador para combatir la corrupción.
Dicho numeral prohibirá que un servidor público otorgue cargo alguno a sus parientes.Es decir, si Obrador se encuentra dispuesto a acatar sus propias reglas y está listo para cumplir su palabra, debe cancelar el cargo de embajadora de México en Washington a su tía política.
Pero el temas tampoco termina ahí. La terquedad del tiempo coloca a la nueva familia presidencial “en el lado oscuro de la luna”. ¿Por qué?
Porque el tío de la esposa del nuevo Presidente, el citado Gutiérrez Canet, tiene una historia de salinista que poco ayuda en los tiempos actuales.
Cuando era embajador de México en Irlanda –en el gobierno de Zedillo-, el tío de Beatriz Gutiérrez fue echado de fea manera por asilar en la embajada al ex presidente Carlos Salinas, quien huía de Zedillo.
Hoy, casi 25 años después, no son pocos los que opinan que en la nueva casa presidencial –la de AMLO-, el salinismo está más presente que nunca; “la mafia del poder” acompaña al nuevo Presidente de los mexicanos.
Al tiempo.