Tras una gran exhibición, aunque tuvo que salvar dos puntos de set en el décimo juego del tercer parcial y otros tres en el duodécimo, todos ellos con su servicio, Djokovic mostró su alegría de una forma poco habitual.
Djokovic está ya a un título de Pete Sampras, a cuatro del español Rafael Nadal y a siete del suizo Roger Federer.
Su triunfo le da la razón tras volver con su entrenador de siempre, el eslovaco Marian Vajda a comienzos de la temporada de tierra batida. Ya con Vajda en su equipo ha logrado las semifinales de Roma, la tercera ronda de Montecarlo, y la final de Queen’s, ya sobre hierba.
Anderson ganó en octavos al francés Gael Monfils en cuatro sets, y por primera vez, contra Federer en cuartos, levantando una bola de partido, y contra el estadounidense John Isner, en estos dos últimos duelos a cinco mangas.
Había llegado Anderson a la final, sin fuerzas, con 21 horas y un minuto de trabajo, mientras que Djokovic necesitó 15 horas y 34 minutos, cinco horas y 15 minutos (en dos días) de ellos contra Rafael Nadal en semifinales. Así saltó a la pista a luchar contra un rival que le había derrotado ya dos veces antes en este torneo (2011 y 2015) y cinco de las seis veces que se habían enfrentado.
Djokovic concedió pocas opciones. Ganó el partido sin hacer nada especial, salvando los cinco puntos de set en el tercer parcial, con solo 13 errores no forzados, rompiendo al gigante de Johannesburgo (2,03 metros) en 4 ocasiones, y sin ceder su saque en las 4 ocasiones, que Anderson dispuso.
El público de la cancha central, sabía el enorme desgaste que Anderson había realizado hasta llegar a la final, se puso descaradamente a su lado, aplaudiendo a rabiar cada punto suyo como si fuera una hazaña.
De haber ganado la final, Anderson se hubiera convertido en el segundo jugador que con mayor edad, 32 años y 58 días, habría triunfado en un torneo del Grand Slam desde que comenzó la Era Open, después del español Andrés Gimeno, campeón en Roland Garros 1972, con 34 años y 206 días, y el 15º jugador en ganar Wimbledon en su primera tentativa.
Un fenomenal Djokovic se lo impidió y se encumbró en el firmamento de las grandes leyendas del tenis, una vez más, luego de más de un año de no levantar ni uno de los grandes títulos de la raqueta.
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