Managua.– El Episcopado de Nicaragua analizará si permanece en el diálogo nacional para resolver la crisis local, luego de que el dictador Daniel Ortega los acusó de pertenecer a un plan para darle un golpe de Estado.
“Mañana (hoy) va a ser uno de los temas que vamos a abordar”, dijo el cardenal Leopoldo Brenes, al ser consultado por periodistas sobre su permanencia en el diálogo.
El jueves pasado, durante la celebración del aniversario 39 de la revolución de Nicaragua, Ortega afirmó que los obispos “se descalificaron como mediadores y testigos” del diálogo, al pedirle que adelantara para marzo de 2019 las elecciones de 2021, como la manera más eficaz de superar una crisis que ha dejado más de 300 muertos.
El mismo Ortega había invitado a los obispos a ser mediadores al diálogo entre el Gobierno y diversos sectores de la sociedad nicaragüense en mayo pasado.
Ahora Brenes acusó la persecución que sufre la Iglesia Católica en Nicaragua, donde sus templos han servido de refugio a manifestantes que escapan de los ataques armados del régimen, mientras en todas las iglesias de Latinoamérica se oró ayer por la paz en ese país.
En los últimos meses los templos católicos y el clero han sufrido agresiones físicas y verbales, así como amenazas, nunca antes vistas en Nicaragua, un país donde el 58% de la población se considera católica.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) han responsabilizado al gobierno de Ortega de graves violaciones de los derechos humanos.
La CIDH ha denunciado “asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, malos tratos, posibles actos de tortura y detenciones arbitrarias cometidos en contra de la población mayoritariamente joven del país”.
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