Al parecer, el próximo gobierno no ha analizado profundamente el impacto que tendrán los recortes salariales en la atracción de talento mexicano altamente calificado (con algún nivel de posgrado) para la administración pública. Si bien no hay suficientes datos con respecto a esta situación, algunas cifras subrayan mi punto: hacia 2011, la Academia Mexicana de las Ciencias (AMC) estimaba que, anualmente, 3 mil mexicanos obtenían un doctorado, pero de estos, menos de la mitad lograba conseguir empleo y solo 3 de cada 100 ingresaba al servicio público. Esto nos debe importar por un aspecto coyuntural: AMLO solo habla de recortes y despidos, más no de mayor profesionalización o capacitación de funcionarios. Si el próximo gobierno no tiene interés en atraer a estos perfiles, alguien más lo hará (o nadie lo hará, ante el otro problema de la situación: la poca empleabilidad).

En 2013, el entonces presidente de la AMC, el Dr. José Franco, declaró con justificada preocupación que 11 mil mexicanos con doctorado vivían en EEUU; es decir, estos migrantes sobrecalificados podrían estar generando valor al país desde los sectores privado o público nacionales, pero por diversos factores (que incluyen la percepción salarial) decidieron llevar su talento a otros lados. Otra estimación, esta de la profesora Luciana Gandini de la UNAM, y misma que retoma El País, afirma “que alrededor del 13.5 % de mexicanos con posgrado se encuentra en EEUU. Un fenómeno que coincide con un boom en el número de mexicanos que alcanzaron los grados de maestría y doctorado: aumentaron de 354,000 en el 2000 a más de un millón de personas 15 años después”.

Si bien tenemos poca absorción de mexicanos altamente calificados desde el gobierno, los recortes salariales a posiciones medias y altas harán menos atractivo el sector público para estos individuos, probablemente acentuando aún más la “fuga de cerebros” al eliminar ahora otro sector (el público) de las áreas que podrían considerarse “bien remuneradas”. Hoy por hoy, los esquemas que buscan reintegrar estos perfiles en México, como el “compromiso” que suscribe un becario del CONACyT en el extranjero de “regresar al país a aplicar sus conocimientos”, son prácticamente simbólicos. Pero con recortes indiscriminados en los sueldos base, ahora el incentivo para efectivamente regresar se reduce.

Claro que el gobierno está obligado a la austeridad, pero una cosa es recortar privilegios y parafernalia (necesario y aplaudible), y otra rebanar a la mitad sueldos base y probablemente desincentivar la entrada al gobierno de los mexicanos con mayor preparación académica. Si algo nos ha enseñado la experiencia en EEUU es que la mezcla de burocracia calificada e inversión gubernamental cuantiosa genera dividendos sociales: este binomio le dio a EEUU (y al mundo) aspectos como la industria nuclear, el programa espacial, la aviación moderna y el internet (con los empleos y el desarrollo que conllevan).

El modelo americano, si bien no maneja sueldos exorbitantes en comparación con otros gobiernos de la OCDE (véase reporte “Government at a Glance, 2017”), sí tiene una mayor capacidad de atracción y retención de talento (veamos los casos de la NASA, las agencias de inteligencia, el Servicio de Ingresos Internos, entre otros). Si vamos a bajar sueldos, entonces debemos preguntarnos dos cosas: ¿qué proporción de reducción no sería contraproducente? y ¿vía qué medios alternos vamos a construir una burocracia altamente calificada? El desarrollo de México, en una buena parte, depende de estas respuestas.

@AlonsoTamez

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