Pocas veces uno se puede tomar un café con un campeón mundial como Emerson Fitipaldi y a mí me tocó, sin pedirla, esa oportunidad de oro. Frente a dos tazas, antes de ir a un programa de televisión, el Gran-Emo me dijo:
“En mi época los pilotos decíamos libremente lo que pensábamos, muchas veces sin pensar, y por eso se caían los contratos, se terminaban negociaciones, muchas cosas. Hoy en día a los pilotos les ponen un ‘tape’ para que digan cosas que protejan al equipo, a los sponsors y a ellos mismos”.
Los negocios, los traspasos de escudería, las futuras reuniones para acordar términos, las cláusulas de los contratos son tan débiles en nuestros días que se debe echar mano hasta del último recurso para proteger cada cosa.
Y por eso cuando estamos en medio de la temporada de cambios, los pilotos se vuelven como un disco rayado. No exponen, no juzgan, no critican, no adelantan, sino que dicen lo mismo hasta que todo tenga su firma.
Las declaraciones de Checo Pérez ayer por la mañana me hicieron levantar la ceja. Porque no reparó en decir: “Aun no hay nada cerrado”, y no sólo eso, dejó sembrada la idea de que cualquier cosa puede pasar en el futuro.
Ese “cualquier cosa” puede sonar demasiado abierto pero para un piloto de Fórmula 1. Las cosas giran mayormente dentro del mismo entorno. De modo que las especulaciones reclaman ser revisadas con una lupa.
Y para ir por partes, primero el futuro de su actual empleador, Force India, una escudería que ha vivido amarrada a problemas económicos de sus ejecutores, y legales de su propietario.
Tienen tres opciones para salir del atolladero financiero: 1) Aceptar la propuesta de ser equipo filial de Mercedes y economizar una buena plata. 2) Hacer dueño del equipo al papá del piloto Lance Stroll y darle un asiento. 3) Esperar un milagro.
En cualquiera de estas, el coequipero de Checo Pérez podría tener boleto de salida, por diversas causas, con destino a la escudería Renault solamente porque el ‘management’ de Ocon tiene un precontrato firmado con la escudería amarilla y negra.
Pero, veamos: si Mercedes se ‘adueña’ de Force India, Pérez lo tendría complicado. Si viene Lance Stroll con los millones, Pérez cobra importancia por su experiencia en el desarrollo y por su productividad, pero si van a tener que dejar las cosas como están… ¡Aguas!
Si hubiera un manual de comportamiento de los pilotos de F1, este tendría un par de capítulos gordos sobre cómo brincar de un equipo que se está cayendo a pedazos. Es una cosa lógica, y muy posible el año que entra.
Por eso Sergio se lanzó a declarar que todas las puertas están abiertas. No lo dijo porque pueda negociar un pase a Mercedes o a Ferrari, sino porque la definición necesaria de su empleador, aún no ha llegado y es lo que urge.
Checo no va a ir a ninguno de los tres equipos de punta, no va a ir a Renault, ni a Toro Rosso, ni a McLaren. Las posibilidades están entre dos formaciones allegadas a Ferrari lo que, hoy por hoy, ofrece una movida a ‘jugar’ con la mejor unidad de potencia del mercado.
Sauber, en voz de su CEO Frederic Vasseur asegura que pelearán el año próximo por el lugar de ‘mejor-del-resto’, el cuarto sitio del mundial de constructores. No suena mal, pero le faltan resultados en el top 6.
Y lo que sí me parece una posibilidad viable es la de Haas, equipo norteamericano, que puede pelear arriba de la parte media y aspirar a lograr lo que sus pilotos aún no han conseguido: pódium. Y ese as bajo la manga es parte del ‘expertice’ de Checo.
Son las horas clave, minutos clave.