El brasileño Malcom Filipe Silva de Oliveira, nuevo jugador del Barcelona, es una de las jóvenes promesas más cotizadas del fútbol europeo y se había convertido en el deseo de algunos de los equipos más poderosos del continente.
Pruebas del potencial que el brasileño atesora las vio en primera persona el nuevo entrenador del Burdeos, Gustavo Poyet, nada más llegar al club en enero de 2018.
“Es un jugador diferente que puede ganar un partido por sí mismo”, afirmó entonces su entrenador. “Suele estar defendido por dos jugadores porque su talento es especial. En enero sufrimos, porque estuvo a punto de irse a la liga inglesa, debemos estar preparados porque tarde o temprano se irá”, aventuró.
Prometedor zurdo, de arranque eléctrico, potente disparo y de facilidad para el regate, como tantos futbolistas brasileños proviene de orígenes humildes -vivió en la favela Buraco Quente, zona este de Sao Paulo- y tuvo que asumir los sacrificios necesarios para triunfar como profesional.
Debutó a los 17 años en el primer equipo del Corinthians, club al que ya pertenecía en sus categorías inferiores y con el cual obtuvo el título Brasileirao en 2015 antes de su salto definitivo al fútbol europeo.
El ex jugador internacional francés y entrenador del Burdeos en 2016, Willy Sagnol, fue rápidamente convencido por su antiguo compañero de equipo en el Bayern de Munich y ese año todavía en activo en el Palmeiras, Zé Roberto, de que lo fichara.
La joven promesa demostró una gran adaptación en Francia al lograr expresarse con fluidez y soltura en la lengua de Voltaire en solo unos pocos meses.
Nacido el 26 de febrero de 1997, Malcom presenta como credenciales una lustrosa hoja estadística en la Ligue 1, en la que hasta la fecha ha disputado 84 partidos, marcado 20 goles y firmado 13 asistencias.
Se le compara en los medios deportivos franceses, tanto por su físico como por su talento, con el también extremo brasileño Douglas Costa, pero fue con su compatriota Neymar con el que protagonizó una polémica esta temporada.
Después de perder contra el PSG en el Parque de los Príncipes por 6-2, Malcom decidió hacerse un ‘selfie’ con Neymar al final del partido, suceso que fue resumido como “error de juventud” por su entonces entrenador Jocelyn Gourvennec.
Malcom -nombre que debe a su padre, quien se lo puso en recuerdo del activista afroamericano Malcolm X- afirmó en el canal “BFM Sport” que solo se interesa “por el fútbol” y que las cuestiones sobre un eventual traspaso, que le constaban, “las manejaban otros”.
“El club, mi agente, mi familia son los que se ocupan de esas cosas, yo solo me preocupo de jugar”, afirmó entonces para recalcar que era feliz en Burdeos.
aarl