Con información de varias naciones hasta el mes de junio, y en determinados casos llegamos a tener algunos datos preliminares de julio del presente año, la economía global enfrenta diferencias con relación al cierre de 2017.
Este año representó gran actividad mundial impulsada por Estados Unidos, pero también por la Zona Euro, Japón, China, y hubo una mejoría de países emergentes como Brasil. En el caso de México, el PIB avanzó a un ritmo de 2.0% anual.
Pero ahora en 2018, varios eventos han afectado de alguna manera la condición de crecimiento mundial. En lo general, el conflicto comercial originado por Estados Unidos hacia el resto del mundo ha venido reduciendo el nivel de confianza tanto del consumidor como de inversionistas.
China es uno de los países que se han visto presionados con el aumento de aranceles, y durante el segundo trimestre del año moderó el ritmo de crecimiento de 6.8 a 6.7% anual, afectado por una menor velocidad en la expansión de algunos indicadores como sus ventas minoristas, la producción industrial e inversión urbana, entre otros.
En el segundo semestre del año es muy probable que siga viendo cierta afectación en su expansión pudiendo concluir en 6.5% anual, que desde luego no es un mal crecimiento, pero ya poco a poco dirigiéndose hacia una normalización por el tamaño de la economía. La depreciación del yuan de abril a la fecha pudiera ayudar en su actividad comercial, pero seguirá bajo presión del Gobierno americano.
La Zona Euro ha visto una clara desaceleración que seguramente incidirá en un ritmo de crecimiento más modesto en este 2018, estimado en 2.2% anual. Alemania perdió tiempo en que Merkel lograra acuerdos políticos para este nuevo mandato, así como la condición de Italia que tiene un Gobierno con mayor sesgo de izquierda y por momentos ha generado riesgos vs. la estabilidad de la Zona Euro. El conflicto comercial está afectando el nivel de confianza de inversionistas y de los consumidores.
Japón ya registró una contracción de 0.60% al cierre del primer trimestre del año, y hasta ahora no ha logrado revertirlo en forma. Inclusive, el indicador de manufactura adelantado a julio muestra su ritmo de expansión más lento en año y medio. El Banco de Japón está evaluando un posible cambio en su estrategia de compra de bonos y en su política monetaria ultraexpansiva que le permita contribuir junto con el Gobierno a un crecimiento económico sostenido con una inflación en 2.0% anual. Está en riesgo de una “recesión técnica” modesta.
Estados Unidos destaca como el país con mayor impulso derivado de la reducción de impuestos en donde el consumo aumenta y las empresas cuentan con una mayor liquidez para destinar parte de los recursos a la recompra de acciones, incremento de dividendos, nuevas inversiones y/o mejoras salariales a sus empleados. Hasta ahora, el conflicto comercial no se ha visto impactado en la economía, pero esto lo podríamos ver hacia 2019. La generación de empleos es muy positiva.
Tendrán sus elecciones intermedias el 6 de noviembre, y la posición del presidente Trump será, sin duda, más radical conforme se acerquen las fechas electorales.
Se espera que su tasa de crecimiento se ubique hacia 4.0% anual en el segundo trimestre del año con un riesgo moderado sobre la inflación que seguirá generando que la Fed, trimestre a trimestre, continúe subiendo la tasa de interés de manera gradual.
Por todo esto, estamos viendo movimientos de mayor volatilidad en el mercado de divisas. ¿Cuál es la que debería estar más fuerte con relación a las otras?
Debería ser el dólar. Sin embargo, el Gobierno americano quiere reducir el déficit comercial que tiene, y para ello requiere que sean las otras monedas las que se fortalezcan. La teoría contra la realidad, esperaríamos un dólar que tuviera mayor apreciación por el momento.