Cuando una economía como la mexicana tiene alrededor de 90-95% de micro y pequeñas empresas, cuyo capital contable y ventas son limitados, es muy difícil que logren tener gobiernos corporativos que permitan darles directrices de crecimiento sostenido a través de estrategias que beneficien a la compañía y no sólo al accionista, que en muchas ocasiones es de índole familiar.
Muchas de las decisiones son unipersonales, por lo que no ven en varios casos la conveniencia para la empresa en ventas, días de cobranza, flujo operativo, tipo de clientes, mercado, zonas estratégicas, expansiones, deuda, gastos, eficiencias operativas y/o fiscales, etcétera.
Todo esto lo comentamos porque, en años anteriores, la Bolsa Mexicana de Valores trabajó primero en un mercado denominado “intermedio”, el cual pretendía formar empresas de mediana capitalización para apoyarlas y llevarlas a tamaños mayores. El resultado fue malo.
La economía mexicana es la número 15 del planeta y nuestro mercado por valor de capitalización se ubica en el lugar 27 mundial, lo que hace una contradicción, pero no hemos tenido la capacidad de generar mayor interés de que más empresas se inscriban en el mercado de valores.
Desde hace años vemos que las empresas inscritas no superan las 150, y tiene que ver con la falta de visión y gobierno corporativo en las pymes y, por otro lado, por los costos y requisitos que deben de tener para la información y transparencia para la toma de decisiones de los inversionistas de mercado.
Ahora, con la BIVA, la segunda Bolsa de Valores en México, se vuelve a generar una expectativa de que con servicio y, en algunos casos, mejores precios, algunas empresas medianas y/o grandes pudieran dar el paso siguiente hacia el mercado con el fin de buscar alternativas de financiamiento más atractivas, que buscar líneas de crédito y condiciones de garantía dentro del sistema financiero como bancos, Sofomes, Sofipos, Socaps, Uniones de Crédito, etcétera…
La BIVA dará descuentos importantes a las empresas que se inscriban en el mercado de capitales y de deuda, facilitará en la difusión de información, la empresa sabrá también quién está atrás de su acción, quién compra y quién vende, nacionales y/o extranjeros.
En una entrevista con Oscar Mario Beteta, el presidente de la BIVA, Santiago Urquiza, comentó que esta Bolsa permitirá el acceso al mercado de empresas con un capital contable de 80 millones de pesos y ventas superiores a los 500 millones de pesos anuales. Seguramente habría una mayor facilidad en los requisitos de acceso y mantenimiento por parte de la empresa.
Sin embargo, habría que preguntarnos qué tipo de inversionistas serían los que pudieran estar interesados en invertir en dichas empresas, especialmente en el mercado de capitales. El valor de capitalización (precio de la acción por número de acciones de la compañía) se vuelve relevante y el porcentaje que los accionistas estarían dispuestos a vender y dejar en el mercado.
En la parte de deuda, habrá quienes por su perfil de inversión puedan tomar parte o el total de la emisión, pero seguramente por el tamaño de la emisión tendrían que pagar una sobretasa mayor.
Una intención buena que tendrá una prueba relevante de llevar a más empresas al mercado. Mientras tanto, las casas de Bolsa tendrán un mayor costo de operación por estar conectadas a las dos Bolsas. ¿Quién pagará ese costo mayor mientras tanto?