La paraestatal Pemex siempre ha sido “el objeto del deseo” de Andrés Manuel López Obrador.
Y si dudan, el Diario de Debates de la Cámara de Diputados guarda una joya del cinismo político mexicano; una escaramuza entre el tabasqueño Juan José Rodríguez Prats y el extinto Manuel Camacho.
En el debate el ex regente del DF en tiempos de Carlos Salinas reconoce que por orden presidencial –en 1992–, entregó 9 mil millones de aquellos pesos a Andrés Manuel López Obrador, para que levantara el plantón de trabajadores petroleros que se había instalado en el Zócalo.
Y si no es suficiente, en su libro “Mesías Mexicano” –pág. 91 y 92–, George W. Grayson recoge testimonios de la entrega del dinero procedente de Pemex; dinero que fue utilizado “para hacer política”.
Desde entonces, el hombre que maneja la “Caja Chica” con la que López Obrador hace política se llama Octavio Romero Oropeza, por pura casualidad designado director de Pemex por su amigo y jefe, el nuevo presidente electo.
Pero la anterior es apenas una parte de la historia. Octavio Romero fue Oficial Mayor del gobierno de AMLO en el DF –de 2000 a 2005–, y fue el responsable de un verdadero saqueo a las arcas públicas, que incluyó obras sin licitación, obra a cambio de terrenos del GDF y la más escandalosa de todas; el descuento por nómina del 10% a todos los trabajadores del GDF durante cinco años.
¿A dónde fue a parar todo ese dinero? Todos en el PRD lo sabían y en Morena también lo saben; la política de AMLO siempre se movió con mucho dinero negro que manejaba Octavio Romero, el ganadero y amigo de AMLO que es un ignorante total del tema petrolero.
Pero obliga la pregunta: ¿a quién le importa que Octavio Romero nada sepa de petróleo y aún así sea designado director de la paraestatal?
Lo cierto es que lo de menos es saber sobre petróleo. Lo importante es que –según los conocedores de la trayectoria de Romero–, Pemex podría terminar en la “Caja Chica” de la familia López Obrador.
Y la mancuerna para el saqueo de Pemex –al mejor estilo de Chávez y Maduro en el saqueo de la petrolera en Venezuela–, se cierra con la designación de otra improvisada en la mayor dependencia energética.
Resulta que AMLO le entregó la titularidad de Energía a Rocío Nahle, acusada “recaudadora” de Obrador por otra incondicional; Eva Cadena.
Todos conocen los videos en donde Eva Cadena recibe dinero para AMLO; todos vieron la denuncia de Eva Cadena ante la fiscalía de Veracruz, contra Rocío Nahle y Cuitláhuac García –ganador electo de Veracruz–, y todos vieron la manera en que las redes de Morena lincharon a Eva Cadena.
Pero el círculo se cierra con la designación de Manuel Bartlett al frente de la CFE, nombramiento cuestionado incluso por los aplaudidores de AMLO.
Al final, resulta que en Pemex, en la Secretaría de Energía y la CFE, el nuevo gobierno premia no sólo la incondicionalidad sino la ratería, la transa, la opacidad y el manejo negro de dinero.
Así la Cuarta Transformación; más del viejo PRI.
Al tiempo.