1) No confíe en Trump jamás. Vienen intermedias americanas en noviembre donde se juegan los 435 asientos de la Cámara de Representantes, 35 de los 100 escaños del Senado y 39 gubernaturas. Un mal resultado puede arrebatarle al neoyorquino la mayoría que tiene hoy en ambas cámaras. Por lo mismo, Trump, en aras de arengar y reagrupar a su base xenófoba rumbo a esa fecha, fácilmente puede inventar un pleito con México (como hizo en la otra campaña hace dos años, y le funcionó). El sentido común diría que no lo va hacer en la recta final del TLCAN, pero siempre lo puede hacer después (se proyecta la conclusión del rediseño a finales de agosto), digamos por septiembre u octubre.

2) Recorte lenguas largas. Primero, Loretta Ortiz (la coordinadora del “Consejo Asesor para Garantizar la Paz”) aseguró la participación del Papa en los foros de pacificación, para luego ser desmentida por el Vaticano. Segundo, Alejandro Solalinde declaró que el EZLN había aceptado un acercamiento con AMLO pero la agrupación refutó al padre católico. Tercero, Jorge Alcocer, propuesto como secretario de Salud, se comprometió a que en 2019 haya “abasto total de medicamentos” en todos los centros de salud públicos; claro que es deseable pero es mejor hacerlo y comunicarlo, a prometerlo y ver si sucede o no (sea lo que sea, la declaración ya está en manos de la oposición). Por supuesto que hay entusiasmo entre los ganadores, pero AMLO debe pedirles prudencia para con declaraciones que, o lo comprometen en demasía, o abiertamente lo meten en problemas que no eran ni suyos.

3) No destape todas sus cartas políticas. AMLO cometió un error de novato. Con la nueva figura de los “supercoordinadores”, que concentrarán el ejercicio de programas federales en las entidades (entre muchas otras cosas), el tabasqueño reveló a sus próximos candidatos en los estados (principalmente a gubernaturas). AMLO, en pocas palabras, le dio a los gobernadores opositores un blanco a donde dirigir sus golpes mediáticos y políticos. Un ejemplo: en Guerrero, el gobernador priista Astudillo ya sabe que el candidato de MORENA a la gubernatura en 2021 será, muy probablemente, Pablo Amilcar Sandoval. Esto le da al primero 3 años para atacar, tender trampas y buscar desesperar al segundo.

4) Empiece a medir su popularidad desde hoy. El tema del fideicomiso de MORENA explotó a tan solo 3 días de la victoria de AMLO. Por lo mismo, no es descabellado pensar que, como mencionó un diputado federal electo de MORENA, “la luna de miel (con el electorado) se va a acabar rapidito”. Con Peña, este periodo de gracia duró bastante, casi dos años (en esencia, por el Pacto por México). Pero AMLO llegó a la presidencia dividiendo al país en dos, y eso le va pasar factura en algún punto. El equipo del próximo presidente debe empezar a medir la popularidad de su jefe y no esperarse hasta la toma de posesión. Confiarse podría significar llegar al 1 de diciembre sobreexpuesto y abollado políticamente.

5) Sea el presidente que vendió. AMLO repitió cientos de veces: “al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”. Sin embargo, ante los mexicanos, la veracidad de dicho eslogan solo se comprobará si mide con la misma vara los escándalos de su partido y los de la oposición. Aquí ya empezamos mal. Con lo del fideicomiso, la respuesta no era denunciar una “vil venganza”, sino respetar su máxima y decirle al país que, de resultar ciertas las observaciones, ni MORENA ni el presidente electo protegerán a delincuentes.

6) Sume algunas propuestas de Meade y Anaya. Del primero, por ejemplo, la creación de un Código Penal Único para homologar la tipificación de los delitos a nivel nacional (es decir, para que se castiguen igual en todo el país); y del segundo, sería bastante acertado suscribir la eliminación del uso de efectivo en los tres niveles de gobierno para evitar la doble contabilidad, el saqueo directo y, de paso, reducir los incentivos que tiene el crimen para extorsionar a gobiernos subnacionales. Sumar algunas propuestas de sus adversarios de campaña no solo mostraría apertura, sino que sería un guiño a los vencidos (el 47 %). Lograr el “beneficio de la duda” de este sector sería un gran tanto de cara a diciembre.

7) No tenga miedo a desdecirse. Ya en la silla presidencial, tendrá acceso a información que como candidato no tenía; esto implicará, muy probablemente, que algunas de sus propuestas no serán del todo acordes con la realidad (y capacidad financiera) nacional. Aquí habrá dos rutas: intentar hacer las cosas contra viento y marea solo porque las prometió en campaña (con todo el costo y la ineficiencia que puedan significarle al Estado mexicano) o desdecirse, recular, y ser franco con el pueblo y con sus votantes: “sé que prometí X, pero ya con más elementos, hemos decidido que no es buena idea”.

@AlonsoTamez

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