Finalmente, Andrés Manuel López Obrador se convertirá esta semana, oficialmente, en Presidente electo, al recibir la constancia de mayoría.
Se trata de un acto republicano en el que el Poder Judicial califica y reconoce su triunfo; ahora sólo queda rendir protesta ante el Poder Legislativo para tomar por completo las riendas de la nación, con lo que se concretará un episodio de la vida democrática de México… e iniciará otro.
El 1 de julio pasado, que comenzó muy temprano con filas enormes de personas que querían votar, tuvo un primer momento de certidumbre cuando José Antonio Meade, candidato del PRI, salió a reconocer que el triunfo era para el candidato de Morena, y a felicitarlo. El mensaje de Ricardo Anaya también fue importante y el de Enrique Peña Nieto y el INE cerró una jornada electoral, casi perfecta (no hay que olvidar los disturbios en algunas zonas del país, aunque muy pocos en número, es importante tomarlos en cuenta para atenderlo y evitar que se repitan).
Efectivamente, el resultado era irreversible, pero los mensajes después de un proceso electoral tan intenso y polarizado tranquilizan a los diferentes sectores interesados en la conclusión.
Al paso de los días, entre jaloneos y sobresaltos, López Obrador hizo público un video con Meade, a quien invitó a desayunar a su casa. El mensaje es claro: el presidente Andrés Manuel López Obrador será el Presidente de todos los mexicanos, hayan o no hayan votado por él.
No se trata de pactos. Se trata de civilidad política y de democracia. El desayuno con Meade no significa que será el próximo gobernador del Banco de México (aunque tampoco se descarta esa posibilidad). Significa que para comenzar la encomienda que le dieron las urnas, López Obrador requiere de que todos los mexicanos estemos unidos en una meta fija: construir una mejor nación.
Y aquí es donde vienen algunas aclaraciones: unidad no es sumisión.
Cada uno desde su trinchera tiene que trabajar en la construcción del país que los mexicanos queremos, y la crítica y las diversas opiniones serán importantes. Criticar no es querer dinamitar un proyecto. Una gran nación se construye con sus diversas voces, no con una sola, dominante. Y ahí es en donde viene el papel de los medios. La crítica no se puede disolver en los intereses o en el miedo. Hasta ahora, los mensajes del nuevo Gobierno han sido de madurez democrática. Así lo deben entender también los medios.
#¿LOBO, ESTÁS AHÍ?
Pregunta sobre Bartlett.
José Zorrilla estuvo en la cárcel casi 30 años. Lleva casi cuatro años en libertad; en su casa disfruta de su familia. Como todos los políticos y funcionarios de la época, no tiene carencias económicas; al contrario, disfruta de una vida holgada, por decir lo menos.
¿Por qué nunca se investigó a Manuel Bartlett, quien era jefe de Zorrilla, si en esos tiempos todo se reportaba al secretario de Gobernación? Zorrilla iba a ser diputado federal, con lo que obtendría el fuero, pero las presiones de EU por el asesinato de Enrique Camarena lo impidieron.
Ésos eran otros tiempos, que esperamos no vuelvan.