El dictamen del tiempo se cumplió.
Su cambio comenzó hace 12 años.
Ante un panorama inquietante, Andrés Manuel López Obrador abrió el camino y sabía que estaba obligado a ganar y sacar adelante a Morena.
Consciente de que su mejor época no quedó atrás, recibió la constancia de mayoría que lo declara Presidente electo, y dice:
“Nos corresponde asimilar correctamente los sentimientos expresados por el pueblo al emitir el sufragio y ser ejecutores escrupulosos y fieles de ese mandato. Considero que la gente votó por un Gobierno honrado y justo. En mi interpretación, la mayoría de los ciudadanos mexicanos están hartos de la prepotencia, el influyentismo, la deshonestidad y la ineficiencia, y desean con toda el alma poner fin a la corrupción y a la impunidad. Millones de compatriotas aspiran vivir en una sociedad mejor, sin la monstruosa desigualdad económica y social que padecemos”.
Con la tenacidad y carácter que lo han distinguido anuncia:
“El Presidente de la República no tendrá palomas mensajeras ni halcones amenazantes; ninguna autoridad encargada de impartir justicia será objeto de presiones ni de peticiones ilegítimas cuando esté trabajando en el análisis, elaboración o ejecución de sus dictámenes y habrá absoluto respeto por sus veredictos. El Ejecutivo no será más el Poder de los Poderes ni buscará someter a los otros”.
Sus propuestas de cambio han sido criticadas, en el interior y exterior del país, y alguna ha provocado conflicto. Pese a todo, siguen intactas y se han convertido en la razón de su gobierno.
Con vena combativa sacudió sin contemplaciones:
“Ninguna tentación me quitará la autenticidad o desviará mi camino en la búsqueda del humanismo y la fraternidad. Reitero: voy a cumplir todos los compromisos de campaña, no le voy a fallar a los ciudadanos y habré de ser fiel en todos mis actos al interés, la voluntad y el bienestar del único que manda en este país: el pueblo de México”.
Andrés Manuel López Obrador enfrentará una responsabilidad que no le es desconocida.
Le toca el peso de las definiciones.
Ojalá no acaben por pesarle las exigencias y el escenario.
Milonga: y ahora recelos en el PRI. Están enojados por el encuentro de José Antonio Meade y Andrés Manuel López Obrador. La cúpula priista, ¿cuál cúpula?, dice que su ex candidato no le informó ni la consultó. Además, que la dirigente Claudia Ruiz Massieu no estuvo enterada. La realidad es que, de unos meses a la fecha, la cúpula priista y su dirigencia no han estado enteradas de nada.