La primera escaramuza se produjo cuando uno de los asistentes reclamó indignado: “¿Por qué utilizas en tono peyorativo el apellido López cuando te refieres al presidente Andrés Manuel López Obrador?”.
La respuesta fue muy fácil: “Porque durante décadas, no sólo los malquerientes, sino todos los ciudadanos se referían a Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña… así, por su primer apellido, a secas”.
Además de que el uso coloquial del primer apellido para referirse al Presidente incluyó a la mayoría de los periodistas, a muchos columnistas y no pocos intelectuales.
Algunos incluso motejaron a un Presidente, en tono despectivo, con el acrónimo “fecal”, el que todos los días citaban en el doble sentido, en alusión a Felipe Calderón. Esos columnistas, por cierto, hoy son incapaces de decirle “López” al Presidente.
No ven, y menos entienden, que referirse al “presidente López” de manera distinta a Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña sería un ridículo culto a la personalidad. Claro, a menos que los periodistas, columnistas e intelectuales tengan aspiraciones como las de sus homólogos en tiempos del populismo de Echeverría, en donde hubo periodistas, gobernadores y legisladores.
Luego, el ambiente se calentó a niveles de discusión cuando algunos de los asistentes a la tertulia -que abiertamente simpatizan con Morena y su candidato ganador- afirmaron que era exagerado decir que el nuevo Gobierno, el de López, sería una derrota para los avances democráticos.
“¿Cuál derrota, cuáles avances democráticos…?”, reclamaron los más jóvenes.
Alguien explicó que serían derrotadas “la pluralidad, la tolerancia, la transparencia, la rendición de cuentas… y no serán posibles investigaciones como la Estafa Maestra…”.
Otro más entró a la discusión y dijo que no hay duda que veremos el regreso del “planchazo”, el “mayoriteo” y las peores prácticas del viejo PRI, poco o nada democrático.
Y es que de los simpatizantes, seguidores, aplaudidores, convencidos o fanáticos del nuevo Gobierno, pocos quieren ver que no es serio cuando los futuros secretarios de Estado hablan de un Gobierno que hará todo “por consenso”, “que consultará todo” o que no habrá “mayoriteo”, y menos “planchazo” en las cámaras del Congreso.
“¿De verdad alguien puede suponer que el gobierno de López será democrático, transparente, honesto y que veremos transparencia y rendición de cuentas…?”, preguntó un viejo columnista.
Y siguió: “Si no lo creen, se pueden asomar a ese formidable espejo de López que se llama Morena…
“¿Quién manda en Morena, quién decide, quién da y quita cargos, posiciones, candidaturas, recursos; quién premia y castiga, quién purifica y sataniza, quién es dueño del futuro político de tal o cuál; quién nunca ha explicado de dónde sale el dinero para hacer política y para vivir el día a día…?”.
Morena es el mejor retrato del gobierno de AMLO. Lo demás es no querer ver y no querer entender.
Tertulia de periodistas y columnistas. Y se quejaban del PRI.
Al tiempo.