¿Serán suficientes 20 personas para garantizar la seguridad del Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, los 365 días de los próximos seis años?
¿Estos 10 hombres y 10 mujeres (sin armas) podrán sustituir a los más de ocho mil efectivos del Estado Mayor Presidencial, que está conformado por militares del Ejército, Marina y Fuerza Aérea, del Cuerpo de Guardias Presidenciales y el 24 Batallón de Infantería de Marina de Guardias Presidenciales, así como de policías federales y de la Ciudad de México?
¿Esta veintena de profesionales estará capacitada para resguardar la representación del Estado Mexicano y de la República, y, por consiguiente, la estabilidad, la gobernabilidad y la seguridad nacional, entre “otras delicadas y complejas misiones, tanto en el ámbito de la seguridad como en el de la logística?
Quienes hemos visto de cerca cómo opera el EMP, para realizar un simple evento, nos llama la atención saber si estos 20 profesionales tendrán la capacidad de enviar una avanzada a todos los eventos que encabece el Presidente de la República. De establecer perímetros de seguridad, de revisar desde los discursos de los participantes, las luces, los traslados y el lugar donde se deben parar el Jefe del Ejecutivo e invitados, hasta el alimento que le ofrecerán al primer mandatario.
El tema resurge porque el mismo Andrés Manuel López Obrador reiteró que desaparece el Estado Mayor Presidencial, porque me van a cuidar, dijo a los reporteros que cubren sus actividades, “ustedes y el pueblo”, y reconoció que esos 20 profesionales que conformarán la Ayudantía no necesariamente son expertos en la materia, por lo que especialistas en seguridad, académicos, políticos, militares y organizaciones de la sociedad civil advirtieron que no se trata de popularidad, sino de un asunto de seguridad nacional.
Apenas este lunes se tuvo que cancelar un evento que tenía programado López Obrador en Tijuana, por viajar en aerolíneas comerciales, situación que reabre el multicitado tema del avión presidencial y la conveniencia de que no se deshaga de la aeronave. El EMP no hubiera permitido, en otros tiempos, que el Presidente electo siguiera viajando como cualquier hijo de vecino, mucho menos cuando tome posesión el próximo 1 de diciembre.
Estos 10 hombres y 10 mujeres “muy cercanos” a López Obrador desplazarán a los 12 generales y almirantes, 187 jefes y capitanes, 550 oficiales, más de dos mil efectivos de tropa del EMP, así como a los más de seis mil elementos del Cuerpo de Guardias Presidenciales, literalmente de la noche a la mañana.
Los escenarios que se pueden presentar son muchos, y no todos auguran un final feliz. El Presidente de la República debe asumir con responsabilidad la investidura que recibirá en poco menos de cuatro meses. No es cosa menor ser el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, ser el Jefe del Ejecutivo federal de uno de los tres países de América del Norte y el primer mandatario de un país que sufre una de las peores crisis de inseguridad y violencia de su historia.
La Ayudantía de Andrés Manuel se debe apoyar en profesionales en seguridad, militares de alto rango con conocimiento de los riesgos que debe evitar el Presidente de México, vehículos y aeronaves para su uso exclusivo y personal suficiente que garantice su integridad física y todo lo que él representa.
No es lo mismo formar una valla para impedir que se le acerquen demasiado, como lo hacían las Gacelas, que garantizar la seguridad e integridad física del Presidente de la República, de su familia, de secretarios de Estado relacionados con la seguridad pública y de Jefes de Estado que visitan nuestro país.