Ante la cantidad de insultos y el acoso en Twitter, Beatriz Gutiérrez Müller, la esposa del Presidente electo de México comenzó a bloquear cuentas -algunas son de periodistas-, por lo que ha ganado críticas.
Lo que debe quedar claro es que nadie está obligado a escuchar insultos. La violencia verbal no debe ser tolerada. Insultar no es opinar o disentir; es agredir.
La señora Gutiérrez Müller no es servidora pública, a diferencia de su esposo, y está en pleno derecho de aceptar o no mantener comunicación con quien ella quiera en las redes sociales en las que participe. Eso no tiene nada que ver con transparencia u opacidad, sino con el derecho a escoger con quién se mantiene interacción y el de rechazar a quien atenta contra su dignidad o, simplemente, le cae mal.
Ella misma lo ha recalcado en su cuenta de Twitter:
“Sólo quiero recordarles que no soy @lopezobrador_, soy Beatriz, y no detento ningún cargo público ni represento a persona pública alguna”.
Y es cierto. Decidió que no jugaría el papel de primera dama, por lo que tampoco ocupará la presidencia del DIF.
En la campaña que llevó a la Presidencia a su esposo, ella tuvo una participación más activa, la cual dejó después de la elección. Como esposa del Presidente, permanecerá en la mira de los periodistas, y nuestra obligación será observar lo que sucede alrededor de él; en muchas de sus actividades seguramente estará presente ella, pero eso no la obliga a establecer comunicación con todo el que quiera estar en sus redes, y menos si aquellas personas la acosan y la insultan.
El derecho a la dignidad
Un insulto, potencializado por las redes sociales, atenta en muchos casos contra el derecho humano a la dignidad, reconocido en el artículo primero de la Constitución, y que en muy pocas ocasiones se toma en cuenta. Como ciudadanos, tenemos el derecho de escoger con quién no queremos sostener comunicación en nuestras redes sociales, aunque la cosa cambia radicalmente si somos servidores públicos o políticos. Por recibir recursos públicos se está obligado a escuchar, incluso a personas que no se quiere oír, si es que cae en el área que le corresponde atender. Pero, aunque se trate de un político, tampoco está obligado a escuchar insultos.
#¿LOBOESTÁSAHÍ?
Martín González Mercado, gestor y promotor cultural, envió una carta a la Dirección General de este diario, en donde abundan las descalificaciones y en la que critica que se haya pedido la investigación de un diálogo en el que algunos de sus contactos celebran la agresión a Avelina Lésper y lo acusan de ser el autor de un pastelazo en su contra. En la misiva le quita valor a lo que se publica en su muro de Facebook con la finalidad de asegurar que él no fue el del pastelazo. Uno de los participantes en el diálogo citado me aseguró en una ráfaga de mensajes, en la que los insultos no faltaron, que fue una “broma” vincular a Martín. Ahí está su versión.
Aun así, ojalá y las autoridades investiguen el caso.