Les voy a contar un secreto. Estábamos muy apretados uno con otro en el callejón de servicio de un salón en un gran hotel de la ciudad. Había centímetros de espacio, esperábamos salir a escena en un evento para los empleados de Exxon Mobil en México.
Éramos Fernando Alonso y yo. La jefa de prensa de McLaren, Silvia Hoffer, ya lo había dejado sólo para hacer su tarea, platicar con los empleados mexicanos de Mobil y me tocaba ser moderador.
No pude dejar de pensar en las muchas veces que me excedí en redes sociales al criticar sus actitudes, y que esta vez sí lo tenía frente a frente, solos como nunca antes.
Aunque moderado, pero a fin de cuentas antialonsista parado junto a Fernando de carne y hueso. Tensión.
Cuando nos saludamos en la sala de espera Silvia le explicó quién era yo y lo que iba a hacer, solamente dijo: “Sí, lo conozco” y me clavó una mirada fulminante. Cómo podría pensar que me conoce si no soy un reportero frecuente en el corralito, apenas le había hecho un par de entrevistas, no soy un ‘insider’ famoso del paddock.
No creo que me recuerde de la vez que me dejó con la mano extendida en Estados Unidos, o bien, aquel día que fui a hacerle una entrevista a bordo de un Ferrari en el autódromo en un evento publicitario previo al Gran Premio de México, porque ni me volteó a ver.
Sólo hay una opción: twitter ¡claro! y mis golpeteos que siempre encontraban respuesta de aficionados o colegas españoles a quienes, seguramente, sigue.
Pero, volvamos al pasillito de espera. Momentos finales del discurso, si vas a decir algo es la última oportunidad, pensé. “¿Me ubicas de las redes?”, me miró profundamente, “Sí, claro, y ¿tú a mí?”, respondió. “Sí, seguro”.
“¿Qué incómoda la espera, no?”, le dije como para cerrar. “No, no tanto. Así es el trabajo…”, y ya miraba hacia el otro lado.
Acabó el discurso, siguió mi turno y salí a presentar a Alonso ante su público. La gente le aplaudió, se podía ver en las miradas que había al menos unos 200 alonsistas aturdidos y conmovidos porque todo era emoción… ¡Tener ahí al súper astro! Al alcance para charlar.
En mi papel, leí las preguntas, le hice un par a cuenta propia, respondió de todo, fue amable y paciente.
Antes de cerrar, ahí viene el secreto, me capturó una emoción que se había gestado en esos minutos previos donde comprobé que Alonso sabía de mi existencia y lo que yo pensaba de él. Creí que era justo hacer otra vez lo que he hecho siempre, no regatear la indiscutible calidad que tiene al volante y su influencia.
“Sin ser partidario de Fernando Alonso, quiero cerrar diciendo a todos ustedes que, personalmente ha sido un honor charlar aquí con uno de los muy pocos deportistas en la historia que, más allá de ser campeones del mundo o cualquier cosa relativa a resultados y estadísticas, es capaz de inspirar positivamente a millones de aficionados”, se la tiré genuinamente emocionado y me respondió igual después de tanto desencuentro.
Volteó a mirarme ya sin los ojos duros, sonriendo y dijo: “Te agradezco lo que me dices, sé que lo sientes. La verdad es que si nuestro trabajo y las emociones que genera sirven para que la gente saque inspiración para mejorar en su vida, pues ya está, misión cumplida”.
Ese día nos relajamos él y yo. No hay más que decir, se va de la Fórmula 1 un piloto excepcional; pero donde continúe su carrera seguirá siendo polémico, como solo pueden ser los grandes campeones.