En realpolitik y en la ciencia política existe el dilema de seguridad y democracia.

Es probable que México se encuentre en la víspera de contar con todos los elementos posibles de acumulación del poder del titular del Ejecutivo, al mismo tiempo que podría generar condiciones de amplio diálogo ciudadano. Ambas son condiciones útiles para la contención de la violencia ante la avalancha de asesinatos registrados en el mes más reciente.

¿Deseamos más seguridad o más diálogo para saber cómo debe ser la seguridad? Falso dilema.
Hay experiencias localizadas dentro del ámbito de la administración pública escasas o mal comunicadas ciertamente; las hay en algunos países del continente y existen en Europa. Todas apuntan a creativas interacciones de las políticas publicas, coordinación, liderazgos, presupuesto e innovación.

¿Requerimos un Gobierno fuerte, capaz de coordinar esfuerzos o poner a prueba modelos de seguridad y justicia durante mucho tiempo, mientras encontramos mediante el diálogo el modelo que corresponde a “lo mejor” de la experiencia previa y a lo necesario e indispensable que debe realizarse? Ese gobierno fuerte existirá. Tendrá que convertir en seguridad esa fortaleza.

Aliviar la tensión social, económica y estrictamente delincuencial que desemboca en la eliminación de la vida de otros es urgente.
Ante el récord de asesinatos registrados en julio respecto de las cifras existentes y concentradas desde 1997, y en estima del enorme impacto familiar y comunitario que tienen los homicidios, los responsables de las decisiones con las cuales está por concluir la presente administración deberán ser conocidas ampliamente.

Los actuales gobernantes harían bien en asegurarse de entregar un informe intelectualmente honesto y completo acerca de lo que ha sucedido con la violencia en este sexenio.

Al mismo tiempo, la nueva administración, que ha comenzado a reunir y convocar un amplio y diverso número de expertos y ciudadanos en general, estará en el preámbulo apropiado del cumplimiento del deber que formalmente se inicia en diciembre al tomar nota muy precisa de lo que debe y puede hacerse en relación con la inseguridad, específicamente con los asesinatos.

En parte hacia eso se dirigen los foros Escucha que organiza el partido ganador de la elección presidencial. Veremos precisión y consistencia, con las cuales se arman las propuestas.

El año del sexenio declinante es el más violento de los últimos 20 años.

En lo que va de este año, las fiscalías y las procuradurías integraron 16 mil 339 carpetas de investigación por homicidio doloso. El número de estos crímenes fue 17% superior al registrado en 2017 comparando el lapso de enero a julio de 2018 con aquél.

Una estrategia narrativa a la que acude la administración saliente, según las palabras del titular de la Secretaría de Gobernación, Alfonso Navarrete, es situar una de las causas del incremento de los homicidios en el aumento de la importación de armas.

Como todo este sexenio con graves deudas en materia de seguridad pública y de respeto a la inteligencia del prójimo mayoritario, el funcionario coloca énfasis en un aspecto dependiente de otros: el de las organizaciones criminales y la delincuencia, en los sujetos que accionan las armas para la consecución de un determinado objetivo de predominio, imposición, control de territorialidad en el muy amplio espacio de la impunidad en que vivimos en un año de enorme violencia.

@guerrerochipres