Salvador Guerrero Chiprés
Alfonso Romo ha probado ya las mieles de la victoria y las hieles de la envidia.
Su cercanía con el presidente electo Andrés Manuel López Obrador lo tiene en la antesala de la jefatura de la oficina de la Presidencia de la República además de ser enlace del tabasqueño con el sector empresarial nacional.
Las recientes pre-designaciones que han dejado en otros funcionarios como César Yáñez y Lázaro Cárdenas Batel, respectivamente, la Coordinación de Asesores de la Presidencia y la de Políticas y Gobierno, necesariamente redimensionan la expectativa que de su función tenía el propio Romo.
Otros temas saturan la agenda del enlace empresarial de AMLO.
Entre ellas las provenientes de los directivos de algunos medios de difusión que buscan un enlace con el empresario neolonés “para subir” sus temas a la mesa de AMLO. Eventualmente, no podrá sino actuar cada vez más acotado institucionalmente por los roles específicos de su tarea conforme se acerca diciembre, el mes de la toma del poder nacional.
El pasado 23 de agosto, en varios acercamientos en Zapopan con muy relevantes empresarios, con representantes enquistados en las cúpulas empresariales y con algunos medianos y pequeños con quienes pudo conversar, Romo comenzó a dejar líneas muy claras de su nuevo entorno.
Entre ellas están, primero, que su función “no será política sino de promoción”, es decir, no estaría directamente a cargo de avalar o descalificar a figuras locales, sean estas de carácter empresarial o político; segundo, que su rol es fundamentalmente estimular la productividad difundiendo claramente el mensaje de que el gobierno federal respaldará los proyectos en los que haya inversión de los empresarios; tercero, que sin una verdadera interlocución con la pluralidad de voces de cada entidad y sin la articulación apropiada de ellas con los proyectos productivos y con la agenda de AMLO, su posición podría estar en riesgo.
En julio la elección presidencial, también en Jalisco, fue ganada por un proyecto de centro izquierda con alianzas liberales y empresariales, de naturaleza incluyente y amplia y no uno de las derechas convencionales. Esa es una lección cuyas implicaciones específicas se irán conociendo. En Jalisco y en Nuevo León hay urgencia por saber quién tiene la interpretación que guiará la comprensión del nuevo contexto.
En Jalisco el mensaje de Romo ya tuvo su primer esquema de reacciones.
Para algunos empresarios, la visita de Romo el 23 de agosto fue decepcionante en la medida en que no se prestó a descalificar a Carlos Lomelí, el único emprendedor representante de las izquierdas que tiene el vínculo directo con López Obrador en la medida, como se sabe, de que será el coordinador de las políticas federales en la cuarta entidad en relevancia electoral del país.
Para otros, Romo comenzó a distinguirse como un servidor público institucional que se deslinda de pronunciamientos políticos para privilegiar su deber. Se reunió el 21 de agosto con Enrique Alfaro, a quien el presidente electo quien ha llamado en repetidas ocasiones “traidorzuelo”. Alfaro y su grupo tienen respaldo de un segmento importante, no predominante, de empresarios.
Alfaro busca desesperadamente, según varias voces cercanas, ser aceptado en Morena para poder competir internamente en el futuro 2024 por mayores espacios de poder, de ahí sus acercamientos y fotos con Romo, con la próxima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero o el futuro titular de seguridad pública, Alfonso Durazo.
Romo podrá robustecerse en la medida en que camine hacia ese espacio institucional donde hay que cumplir con programas y acciones precisas que abonen al proyecto que ganó la elección. Por eso no podía ir a Jalisco a respaldar a Alfaro y deslindarse de Lomelí.
Alfaro es promovido por el ex senador y empresario Raymundo Gómez Flores quien ha dicho del ex priista y ex emecista que “debe ser Presidente de la República” y lleva respaldándolo más de quince años.
Gómez Flores, con todo ello, exhibió sutil inteligencia en la reunión del 23 cuando el coordinador de Cámaras industriales de Jalisco, Daniel Curiel Rodríguez, tras lanzarse contra Lomelí -de parte al parecer del propio Alfaro- recibió la sugerencia: “no hables por los demás”.
Hasta para deslindarse de algo o acercarse a ello hay que tener cierta habilidad política.
Romo deberá exhibirla para adelantarse a las maniobras de muchos a modo de asegurar que su distinción en el grupo cercano a AMLO contribuya al bienestar nacional y no al de algunos caprichos provisionales o intereses particulares, sean políticos o empresariales.
@guerrerochipres