La administración de Enrique Peña Nieto, recibió Petróleos Mexicanos (Pemex) con una deuda de 786 mil 859 millones de pesos, sin embargo, la entregará al nuevo Gobierno con un apalancamiento de dos billones 70 mil millones de pesos (datos al 30 de junio pasado), es decir, Andrés Manuel López Obrador recibirá a la empresa productiva del Estado con una deuda que es 163.1% mayor a la de hace seis años, de acuerdo a cifras de la misma empresa.
Esta deuda se podría incrementar por la incertidumbre que gira en torno a la propuesta del Presidente electo de construir dos nuevas refinerías, con un estimado de seis mil millones de dólares y que estarían listas en tres años, así como reconfigurar las seis existentes, con un costo por 50 mil millones de pesos, de dónde saldrían los recursos para estas obras.
Ante esto, la calificadora de riesgo, Moody´s, en días pasados alertó de es la empresa petrolera está a un escalón de bajar su calificación en caso de que adquiera una nueva deuda por la construcción de las refinerías, y esto se traduciría en que los inversionistas opten por no seguir confiando en la empresa y esta pueda entrar en una crisis.
Moody´s dijo que Pemex es la empresa petrolera más endeudada a nivel mundial, y aunque en agosto del año pasado su calificación pasó a estar en perspectiva estable, de no tener claridad de dónde saldrán los recursos para la construcción de las dos nuevas, así como la reconfiguración de las seis, se corre el riesgo de bajar su calificación crediticia.
Ignacio Martínez, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economia y Negocios (LACEN), consideró que el endeudamiento que actualmente tiene Pemex provoca que sea una de las petroleras menos productivas a nivel mundial, además, da indicios que la empresa no puede capitalizar sus nuevos proyectos de exploración, perforación y distribución en materia energética por el hecho de la deuda que presenta.
Por su parte, Miguel Ángel Corro, Profesor Asociado del Departamento de Economía del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) campus Santa Fe, consideró que a largo plazo es posible que la empresa se recupere, pero actualmente “debo decir que Pemex está en quiebra y quizá no lavando dinero se pueda salvar a corto plazo, por ello será necesario que se administre como negocio y no como una empresa del estado”.
Junto con este endeudamiento, al segundo trimestre de 2018 la empresa reportó números rojos, pues tuvo una pérdida de 163 mil 172 millones de pesos debido a la caída de su rendimiento neto, teniendo como principal obstáculo la volatilidad en el tipo de cambio y una caída de 21 mil millones de pesos por instrumentos financieros tales como contratos, bonos o pasivos para cubrir las deudas de la empresa.
El futuro
Quizá Pemex adquiera el próximo año deuda en moneda nacional, en caso de que los planes energéticos de Andrés Manuel López Obrador sobre reconfigurar las seis refinerías del país, así como construir las dos nuevas refinerías en Tabasco y Campeche, expresó Ramsés Pech, analista experto en energéticos y economía.
Aseguró que también, uno de los problemas es que el Estado mexicano no ha permitido que Pemex cuente con la autonomía necesaria para tomar decisiones en cuanto a manejo de recursos se refiere.
Indicó que el principal reto de López Obrador será “dar autonomía a la empresa durante su administración para que los planes de reconfiguración de refinerías y la construcción de una nueva, no impliquen adquirir mayor deuda y además ponga en riesgo la calificación crediticia de la empresa mexicana”.
También, Martínez de la UNAM consideró que otro de los retos será “sanar las finanzas de la empresa” y para ello será elemental esperar el presupuesto que presente la nueva administración para ver cuál será el rumbo financiero de la empresa para conocer la viabilidad de los proyectos energéticos que ha presentado el presidente electo.
Bajo la administración de Enrique Peña Nieto, se canceló la construcción de una refinería, bajo el argumento de que lo que se buscaba era dar mantenimiento a las seis existentes y además mejorar la producción de las gasolinas del país. También se justificó que era más barato exportar la gasolina que refinarla dentro de nuestro país.
Y es que dicha construcción fue planeada por el Gobierno del Presidente Felipe Calderón, quien lo anunció en abril de 2009 que en Atitalaquia, Hidalgo, se construiría una nueva refinería con un valor estimado de poco más de nueve mil millones de dólares en un lapso de seis años.
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