El levantamiento de glúteos, conocido como la cirugía del “trasero brasileño”, ha cobrado popularidad los últimos años, acompañado de las consecuencias que puede desencadenar, desde embolias pulmonares y cerebrales hasta la muerte, como recientemente ocurrió con una mujer en Miami, Florida.
Arnaldo Valls, quien estudió cirugía general pero no cirugía plástica, puntualizó la Junta de Medicina de la Florida, fue acusado de negligencia médica por el Departamento de Salud del estado, tras la muerte de Kizzy London, de 40 años, a quien se le paró el corazón hacia el final de la cirugía.
Según la orden de emergencia, Valls succionó grasa del cuerpo de London y después la inyectó en los glúteos, lo que perforó una vena y envió coágulos de grasa a los pulmones. Inmediatamente provocó un paro cardíaco.
De todas las cirugías estéticas, el levantamiento brasileño de trasero tiene el índice de muertes más alto, de acuerdo con la Sociedad Estadounidense de Cirujanos Plásticos (ASPA, por sus siglas en inglés). Si la grasa se inyecta de forma incorrecta en el glúteo, puede llevar a problemas muy serios, como bloquear un vaso sanguíneo o causar un derrame en el cerebro.
El proceso consiste en tomar parte de las áreas más grasas del cuerpo, de cualquier parte, y trasplantarlas en los glúteos para agrandarlos. La grasa tiene más opción de quedarse en su lugar si se inserta en el músculo, pero ahí radica el riesgo si no se hace de forma adecuada.
Someterse a esta cirugía agrupa diversos motivos, entre ellos como consecuencia de perder grandes cantidades de peso, lesiones severas por un trauma pélvico, problemas prácticos como sujetarse la parte inferior del bikini, o simplemente por la popularidad de querer lucir como las estrellas del momento, Kim Kardashian y Nicky Minaj incluidas.
aarl