En Santa María Xadani, municipio colindante con Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, habita la familia Jiménez Santiago, conformada por los abuelos Javier Antonio Jiménez, campesino de 97 años de edad, y Minerva Santiago, quienes no hablan español, sino zapoteco, y sus nietos, entre ellos Vicente Guerra, muxe a cargo del cuidado de los ancianos.
A unos días de que se cumpla el primer año del sismo del 7 de septiembre que afectó la región, Guerra recordó que aquella noche lo primero que hizo fue auxiliar a su abuelita, quien se encuentra en silla de ruedas; mientras que su primo despertó a los niños que estaban durmiendo.
“Durante el terremoto alcanzamos a salir corriendo a la calle; se fue la luz, la gente comenzó a llorar porque no paraba de moverse la tierra. A unos minutos de que pasó el sismo esperamos a que amaneciera, nos quedamos sentados en la calle, empolvados, con tierra encima y viendo cómo nuestra casa se cayó. No había comida, los niños tenían hambre y miedo”, narró.
La mayoría de las viviendas del Istmo de Tehuantepec son de adobe y ésta fue erigida por los tatarabuelos de Guerra.
El muxe (término que se usa en Oaxaca para referirse a las personas de sexo masculino que asumen roles femeninos) recordó que el 8 de septiembre, un día después del sismo, el presidente Enrique Peña Nieto llegó a la puerta de la casa de su abuelita y le prometió ayudarla a reparar la vivienda, lo cual le cumplió. En aquellos días los funcionarios realizaban recorridos en las zonas devastadas.
“Nosotros damos gracias al Gobierno que nos otorgó el apoyo. Nos volteó a ver, nos ayudó para la construcción, porque sin su ayuda no se hubiera hecho la construcción de la casita. Le damos las gracias a Peña Nieto, porque él dio el ánimo para seguir adelante. El 8 de septiembre él llegó hasta la puerta de la casa y le dijo a mi abuelita que la apoyaría para reconstruirla, y le cumplió”.
La familia levantó una parte de la vivienda con la ayuda gubernamental y puso en práctica las recomendaciones que les dieron los albañiles, como emplear varillas, utilizar más cemento y reforzar las paredes para que resistan los próximos temblores.
Tanto los Jiménez Santiago, como los damnificados por el temblor, sólo hicieron una petición al Gobierno estatal, federal y las organizaciones que los apoyaron en la reconstrucción, poner hamacas en las casas, toda vez que por el calor no duermen en camas ni utilizan colchones.
Guerra mencionó que a un año del temblor, los niños siguen teniendo miedo y que cada que vibra la tierra salen corriendo del hogar. “Aún tienen el susto. Les pedimos que se calmen, que no salgan corriendo a la calle”.
LEG