Como un auténtico martillo, así fue la derecha de Juan Martín del Potro que cedió apenas su primer set en Nueva York. La victoria en cuatro parciales sobre John Isner lo coloca entre los cuatro mejores del Grand Slam, y muy cerca de repetir la hazaña de 2009, cuando conquistó el campeonato.
Fue un disputado partido de cuartos de final contra Isner, undécimo cabeza de serie, en el que ambos profesionales hicieron rugir a la audiencia de la pista principal de Flushing Meadows, azotada de nuevo por las altas temperaturas y la humedad.
Durante 3 horas y 31 minutos se midieron los dos titanes, tanto en altura -Del Potro, 1,98 metros; Isner, 2,08 metros-, como en ambición: el tandilense quería renovar posición en semifinales y el estadounidense debutar en ellas.
El primer set fue de Isner, un jugador con potentes y rápidos saques que llegó a encadenar tres aces hacia el final del parcial pese a los derechazos de Del Potro, que forzó un desempate y, aunque lo perdió, dio un adelanto de lo que venía posteriormente.
El argentino igualó sin demasiadas dificultades en el segundo parcial a su oponente, que evitó incluso contrarrestar uno de sus saques.
A partir de entonces el calor y el cansancio empezaron a hacer mella en los jugadores, con Del Potro insistiéndole sin éxito al árbitro para cambiarse los pantalones e Isner secándose el sudor constantemente.
Pasadas las tres horas de partido y tras refrescarse 10 minutos gracias a la pausa a la que tenían derecho por la política de “calor extremo” del Abierto.
Isner embistió con sus saques y persiguió a un Del Potro que ya se veía vencedor con tres juegos de ventaja, sumando dos juegos que se quedaron lejos de los que acumuló finalmente el argentino.
Números
8,803 kilómetros viajaron los amigos de Juan Martín del Potro desde Tandil hasta Nueva York para verlo jugar
10 años de la última vez que hubo tres argentinos en semifinales de un Grand Slam y fue en Roland Garros en 2008 (Nalbandian, Coria y Gaudio)