Por años la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha sido literalmente un reflejo de los problemas sociales y políticos de nuestro país. Los paros, las manifestaciones, la muerte de estudiantes al interior son una muestra de la realidad del país.
La UNAM, desde hace casi 50 años, ha sido clave en los procesos de transformación política del país; sus huelgas y las manifestaciones de sus estudiantes han determinado cambios importantes.
No podemos olvidarnos que están por cumplirse 50 años de los hechos ocurridos en 1968, de esa gran matanza de alumnos y de la forma en que fueron reprimidos. Pero sobre todo esa época nos refleja que desde entonces los grupos políticos utilizaron a porros y pseudoestudiantes para infiltrarse en esos movimientos de lucha.
Lo mismo ocurrió en 1986 cuando el PRI entró a una de sus crisis más importantes, y líderes de izquierda voltearon a ver a los estudiantes de la UNAM, y decidieron conformar sus filas con estudiantes y profesores. En esa época se conformaron grupos de estudiantes que rechazaban diversas medidas de las autoridades universitarias y surgió el Consejo General de Huelga.
Cuatro años después, las bases estudiantiles de la izquierda empezaron a confrontarse con las bases conservadoras del PRI, y de nueva cuenta los grupos de porros empezaron a tratar de controlar las manifestaciones universitarias.
Dos décadas después estamos viendo el resultado de la conformación de diversos grupos auspiciados por partidos políticos, grupos que con los años se fueron dividiendo. Uno de estos grupos se autodenominaron fuerzas porriles y se dedicaron a apagar cualquier manifestación de los estudiantes contraria a las propuestas de las autoridades universitarias.
El otro grupo es conocido como el de los anarquistas, que de igual forma se han dedicado a ser la parte violenta de las marchas o manifestaciones estudiantiles. No es menor asunto poner en estos momentos atención a lo que pasa en la UNAM, pues de no tomarse en cuenta este asunto, como muchos otros, podría crecer como una bola de nieve.
Ante ello las autoridades deberán dar cuenta de quienes conforman los grupos porriles que están operando en la UNAM. Por un lado, sabemos que gran parte de estos jóvenes tienen fuertes vínculos con personajes del PRD que operan en distintas delegaciones de la ciudad. También existen los grupos ligados al PRI, al llamado Frente Juvenil Revolucionario.
Lo importante de las investigaciones no solo deberá ser identificar a los integrantes de estos grupos, sino también a los operadores políticos que han querido mantener vivas a estas organizaciones que generan violencia.
El rector de la Máxima Casa de Estudios, Enrique Graue, señaló específicamente a tres grupos: el 3 de Marzo, que tiene operando más de 12 años; la Federación de Estudiantes de Naucalpan, con más de 10 años de existencia, y el grupo Treinta y dos, del CCH Azcapotzalco.
Es importante que en estos momentos, a diferencia de otras ocasiones, la UNAM y sus integrantes tomen un papel esencial y de liderazgo, tal y como lo expresa la carta que firmaron organizaciones, profesores e investigadores con el título Ojos de perro contra la impunidad. En donde también se le pide al rector la necesidad de “limpiarse de intereses antiuniversitarios y de todo tipo de violencia”.
Twitter: @osdtagle