Confundidos con tuzas, topos y ardillas, en el noreste de México habitan los perritos de las praderas, especie endémica del semidesierto de los estados de Coahuila, Nuevo León y San Luis Potosí, y considerada en peligro de extinción por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Desde hace casi 19 años, el Museo del Desierto (Mude) conserva y reproduce esta especie para su cuidado y protección de los visitantes, ya que su importancia radica en que modifican el hábitat del ecosistema de forma considerable, señala en un comunicado el Conacyt.
Los mamíferos viven en túneles de entre 15 y 20 centímetros de diámetro a una profundidad entre 1.5 y cinco metros, “con una longitud en vida silvestre de 300 metros, pero tenemos aproximadamente 40 o 50 metros en el Mude”, explicó José Antonio Valencia Reyes, médico veterinario responsable del Museo.
A decir del veterinario, no se conoce con precisión el número de perritos de las praderas que existen en el noreste, lo que dificulta su estudio y conservación.
“El último estudio que se hizo señala aproximadamente un millón de ejemplares en vida salvaje, pero esto tiene varios años, es de los años cincuenta”, recordó.
Por sus hábitos de semiexcavadores y al habitar en túneles, es difícil verlos, pero enfatizó que se puede calcular por el número de colonias. Entre las instituciones que han tenido ejemplares, destacan Africam Safari en Puebla y el Zoológico de Chapultepec en la Ciudad de México.
Por el ruido que hacen cuando hay peligro, un chillido como el de los perros pequeños, adquirieron el nombre de perrito de las praderas, “aunque no tiene nada que ver con los perros”, aclaró el arquitecto Fernando Toledo González, responsable de Fauna y encargado del Proyecto Desierto Viviente del Mude.
De acuerdo con los especialistas, si se encuentra una especie de estos mamíferos cerca de la región se les debe respetar, ya que no dañan a los humanos o su propiedad y no compiten por el alimento con el ganado.
LEG