Toronto.- A pesar de que Estados Unidos ha amenazado varias veces a Canadá con imponerle impuestos a sus exportaciones de autos o dejarlo fuera del entendimiento comercial con México, Ottawa confía en lograr, sin presiones políticas y de tiempo, avances en la mesa bilateral.
Cuando el presidente estadounidense Donald Trump anunció desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto al teléfono, el entendimiento comercial entre ambos gobiernos, amenazó a Canadá de que tenía una semana para unirse.
La negociadora canadiense, Chrystia Freeland, suspendió su gira por Europa y viajó a Washington DC para reunirse con su contraparte, el representante comercial Robert Lighthizer.
Sin embargo, Canadá no dio un paso atrás ante la presión estadounidense para que abriera su mercado de lácteos y eliminara el capítulo 19 de mecanismos de solución de controversias, por lo que el ultimátum del 31 de agosto llegó y a Lighthizer no le quedó más que incluir la palabra “Canadá” en su comunicación al Congreso.
El nuevo ultimátum ahora es el 1 de octubre para que el Congreso estadounidense tenga tiempo de analizar el texto que sustituiría al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que primero Trump renombró como Acuerdo Comercial EU-México, pero que podría llamarse Pacto para Estados Unidos, México y Canadá (USMC) si Ottawa logra ingresar.
“La presión política externa no es una razón suficientemente buena para que Canadá se vea forzado a un final rápido”, declaró a la CBC una fuente cercana a las negociaciones bilaterales, que prefirió el anonimato.
La fuente añadió que Canadá está dispuesto a intentar acomodarse a los tiempos, pero que está preparado para seguir debatiendo con Estados Unidos sobre los puntos de mayor fricción, incluso empezando octubre.
La presión política de firmar un acuerdo trilateral modernizado antes de que termine este mes, para dar tiempo a la revisión del Congreso antes de las elecciones intermedias de noviembre en Estados Unidos y del cambio de gobierno en México el 1 de diciembre, no parece preocupar al equipo negociador canadiense.
El propio primer ministro candiense Justin Trudeau ha dicho que su prioridad es alcanzar un acuerdo de “ganar-ganar-ganar” y que defenderá los intereses de los trabajadores y los empresarios de su país.
Hasta ahora, Ottawa ha mostrado que los ultimátum de la Casa Blanca no le preocupan, quizá porque confía en el apoyo externado por legisladores y empresarios estadounidenses.
Algunos miembros de Congreso estadounidense de ambos partidos han adelantado que no apoyarían un acuerdo comercial que no incluya a Canadá.
Incluso la líder de los demócratas en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, declaró este viernes que el tratado comercial de Norteamérica debe seguir siendo trilateral.
Se espera que la canciller canadiense Freeland regrese a Washington la próxima semana para continuar con la búsqueda de un entendimiento con sus contrapartes estadounidenses.
La fuente citada por la CBC dijo que todavía hay que resolver muchos detalles técnicos, que harán que las negociaciones se alarguen.
En la mesa de negociación comercial bilateral también está en juego la reelección de Trudeau en el 2019. Si Ottawa abre el mercado de lácteos eso afectaría a los productores, mayoritariamente concentrados en las provincias de Ontario y Quebec, vitales para un triunfo electoral federal.
Mientras que la oposición conservadora ha responsabilizado a los negociadores canadienses de haber dejado que Canadá quedara fuera del entendimiento comercial entre sus socios: Estados Unidos y México.
fahl