Con una ley que permite a los médicos recetar cannabis como una alternativa al uso de opioides para aliviar el dolor, el gobernador de Illinois, Bruce Rauner, promulgó la norma que busca disminuir el número de muertes por sobredosis en Estados Unidos.
De las 72.000 personas que perdieron la vida en 2017 por una sobredosis, más del 60% fueron víctimas de opioides, según un informe de los Centros Para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), el principal instituto de salud pública en el país norteamericano.
Junto a Illinois, estados como Nueva York, Georgia y Pensilvania cuentan con programas similares, con la esperanza de que el cannabis ayude a reducir su crisis de salud pública.
En Estados Unidos, la marihuana medicinal ya se utiliza para tratar el dolor, nausea, espasmos musculares y epilepsia, en al menos 30 estados y el distrito de Columbia, donde está legalizada, mientras que nueve estados permiten su consumo con fines recreativos.
La ley promulgada por Rauner llega después del hallazgo, descubierto por investigadores de la Universidad de Kentucky en abril de este año, a que el uso de cannabis recreativo está acompañado de una disminución en las recetas médicas de opioides.
Sin embargo, el fiscal general Jeff Sessions amenazó con aplicar leyes federales en los estados que legalizaron la marihuana, ya que en el mismo mes de abril declaró que la marihuana “contribuyó a la crisis de los opioides”.
Académicos que, sin compartir la opinión de Sessions, se han opuesto al uso de la marihuana para solucionar el problema de los opioides, entre ellos Deborah Hasin, profesora de Epidemiología en la Universidad de Columbia que señala que los estudios existentes no permiten encontrar las causas de cambios en el comportamiento individual.
LEG