Como si el tiempo se hubiera parado, centenares de personas de Iztapalapa viven todavía en tiendas de campaña tras perder sus casas en el terremoto del 19 de septiembre de 2017.
“Estamos olvidados, hace ya un año y no se ha resuelto nada en absoluto”, explicó hoy a Efe Mauro Alvarado Martínez, desde una de las tiendas de campaña azules que les regaló el Gobierno chino hace casi un año, y que hoy ha convertido en su hogar y en una pequeña tienda de dulces.
Mauro tiene 56 años y la diabetes lo dejó completamente ciego hace unos años, lo que acentúa la inseguridad de vivir en una carpa en medio de la calle.
“En un día llego a vender entre 50 pesos y 60 pesos (entre 2,6 dólares y 3,2 dólares). Y tengo que ir juntando para volver a reinvertir, no tengo ayuda de ninguna índole”, lamentó al cumplirse el miércoles el primer aniversario del devastador terremoto del 19 de septiembre de 2017 en el que murieron al menos 319 personas.
Su casa se dañó porque su colonia atraviesa una zona de grietas, que el sismo abrió. En todo este tiempo, recibió algunos meses un ayuda para el alquiler, pero ninguna solución para una posible reconstrucción de su vivienda.
De manera muy parecida se encuentra Hermilo Baltazar, quien a sus 65 años comparte una tienda de campaña con su esposa Carmen, mientras trece miembros de su familia duermen en otras carpas.
“En diciembre hubo mucho frío, y ahora mucho calor”, indicó el hombre, que hoy reclama lonas porque el techo se ha desgastado.
Antes de la llegada del invierno teme lo peor. Ya estuvo cuatro meses enfermo por “una tos” que le diagnosticaron, sin que tuviese dinero para costearse el tratamiento.
Lo que queda de su casa es aterrador. Si bien la vivienda todavía se mantiene en pie, sus cimientos son hoy un socavón de más de dos metros, que con los meses no ha hecho más que profundizarse. Como una herida abierta.
Como muchos damnificados alega descontrol en el otorgamiento de ayudas y la revisión de las viviendas.
A él, por ejemplo, le ofrecieron una tarjeta con unos 120 mil pesos (6.356 dólares) del Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros, Sociedad Nacional de Crédito para la reconstrucción de su vivienda.
Pero Hermilo Baltazar, que además perdió un familiar en el edificio colapsado de Álvaro Obregón 286 en el que murieron 49 personas, tiene un dictamen oficial que indica que su vivienda debe demolerse y ser reubicada. Su futuro y el de los suyos pende de un hilo.
Para Esperanza Delgado, de la colonia Cananea, el destrozo de su hogar se cruza con la tristeza de la pérdida de la vivienda por la que luchó durante años.
De 68 años, ama de casa, Esperanza logró una vivienda digna hace más de 30 años, después de que junto a una asociación vecinal pelease por las tierras, y los permisos de construcción, que le permitieron, con mucho empeño, construir una humilde casita en la que hoy vive con dos de sus hijos y un nieto.
“Se siente muy feo, uno nunca piensa que va a perder su patrimonio que costó tanto trabajo y esfuerzo”, contó entre lágrimas.
Su casa fue dictaminada en “rojo” (daño total), pero sigue viviendo en ella pese a que padece hundimientos y una de las paredes se ha agrietado.
Recibió durante varios meses una ayuda para el alquiler, pero los requisitos se han complicado ante el alud de peticiones, denunció la mujer, que hoy vive, como miles de capitalinos, en condiciones cada vez más precarias y con el miedo en el cuerpo.
“No sabemos cuándo va a volver a temblar, de magnitud 5 o 6 o más, y lo que va a pasar”, dice apuntando con el dedo hacia su vivienda.
Su casa se ubica en un barrio que Efe visitó hace 11 meses y que sigue prácticamente igual un año después del terremoto, que además se produjo el mismo día, pero 32 años después, del catastrófico sismo de la Ciudad de México de 1985, que mató alrededor de 20 mil personas.
TFA