La combinación entre el orden de la economía que dejó la administración Obama, la reforma fiscal lograda por la administración Trump y la normalización de la política monetaria por parte de la Fed mantienen actualmente un ritmo de crecimiento económico muy positivo en Estados Unidos que alcanza 4.2% anual en el segundo trimestre del año y una expectativa de crecimiento en 2018 que será alrededor de 2.9%.
En lo que va de 2018, los ingresos presupuestarios han aumentado tan sólo 1% (por la deducción de impuestos a personas físicas y empresas), mientras que los gastos se han elevado 7%. Al cierre de agosto, el déficit presupuestario acumulado como año fiscal (octubre-septiembre) se ha incrementado 33% en relación al mismo período del año fiscal anterior y se ubica en los 898 mil millones de dólares. Un cierre fiscal no muy lejano de este nivel implicaría un déficit fiscal de 4.3% del PIB, promediando en los últimos 12 meses un déficit de 75 mil millones de dólares por mes vs. un déficit de 55 mil millones de dólares un año antes.
Este déficit de 4.3% del PIB no se veía desde la crisis de 2008-2009 y desde 1992-1993 en tendencia de baja, ya que en 2012 lo registró como parte de un proceso de recuperación como se aprecia en la siguiente gráfica:
El problema que vemos es que en la medida de que la economía americana no logre mantener su ritmo de crecimiento actual, el riesgo de seguir aumentando el déficit fiscal estaría presente y, en su caso, será necesario incrementar el ritmo de alza en las tasas de interés por parte de la Fed y, en consecuencia, un “freno” a la actividad económica.
Una economía se ve afectada o beneficiada por la confianza del consumidor y del inversionista. Actualmente, el presidente Trump ha venido generando un aumento en la tensión comercial mundial. Tiene disputas con China, en donde le aplicará aranceles por el equivalente de 250 mil millones de dólares (50 mil millones a 25% y 200 mil millones a 10%); Japón, Europa y TLCAN (México y Canadá), entre otros.
La economía de China representa cerca de 28% del crecimiento mundial anual y Estados Unidos, 19%. El impacto de estos aranceles representan 4% del crecimiento de China, y si los aumenta como dijo a 25% a partir del 1 de enero de 2019, el impacto se incrementará a 8%, con lo que podría enfriar el ánimo de inversionistas y consumidores, con lo que podría generar una “fuerte” desaceleración y en consecuencia un mayor déficit fiscal.
Además, una expansión del déficit fiscal tendrá repercusiones en diversos programas sociales o, en su defecto, hacia las inversiones. Será la excusa perfecta esperada por la facción conservadora del Partido Republicano para comenzar a eliminar los programas sociales destinados hacia los sectores de menores ingresos en Estados Unidos. Entre ellos, los programas de atención a la salud como el Obamacare y los subsidios para la compra de alimentos. ¿Hasta dónde llegará el presidente Trump y su administración?
Vienen elecciones intermedias en noviembre próximo. Está poniendo en riesgo el dominio de los republicanos en el Congreso y varias gubernaturas de su partido.