MADRID.- Activistas de Greenpeace “lanzaron” esta mañana un coche al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) y desplegaron pancartas con los lemas: “2028: Coches contaminantes al museo” y “2028 ni diesel, ni gasolina”.
De esta manera, la organización ecologista pretende explicar que, si se quiere que la temperatura media del planeta no suba más de un 1.5ºC, los motores de combustión, en menos de 10 años, sólo podrán estar en los museos, como algo del pasado.
Advirtió que si Europa quiere cumplir su parte en el Acuerdo Climático de París, el mayor compromiso global hasta la fecha, las ventas de automóviles de gasolina, diésel e híbridos convencionales en Europa deben finalizar en 2028.
Este jueves, Greenpeace presentó la conclusión principal de un nuevo estudio que lanza a nivel europeo, realizado por el prestigioso Centro Aeroespacial Alemán (DLR), en el que se analizan, además, los efectos de los cambios políticos y tecnológicos sobre la cantidad y los tipos de automóviles vendidos, así como su vida útil.
Los resultados obtenidos de este modelo matemático, en el que se plantean varios escenarios partiendo del parque móvil actual y de los tipos de coches que se venden (diésel, gasolina, híbridos, gas, híbridos enchufables y eléctricos), calcula las emisiones acumuladas de CO2 en el parque circulante año tras año.
Asimismo, las ventas y existencias de cada tipo de motor, en función de unas condiciones de contorno.
Según el informe, el número de automóviles diesel y de gasolina en la carreteras europeas deberá reducirse en más de un 80% para 2035.
Además, a menos que se tomen medidas específicas, los automóviles convencionales deberían sólo permanecer en el inventario total hasta principios de 2040.
Esto sólo será posible si los gobiernos y la industria del automóvil asumen la responsabilidad real de abordar el problema del cambio climático.
Raquel Montón, responsable de movilidad de Greenpeace, señaló que la eliminación progresiva del motor de combustión interna no solo beneficiará al clima, sino que también ayudará a resolver la crisis de contaminación del aire y mejorará la calidad de vida.
“Es un ambicioso reto para la industria del automóvil europea y española, pero no aceptarlo significa condenar a la desaparición a su sector, junto con la sentencia de muerte del clima”, sostuvo.
Los actuales debates entre el Parlamento Europeo y los gobiernos sobre las nuevas normativas de CO2 para automóviles y furgonetas muestran hasta qué punto los políticos europeos no comprenden la verdadera magnitud del desafío, anotó Greenpeace.
España es el quinto mercado de ventas de la Unión Europea (UE) con 8%, y el sexto país europeo con mayor cantidad de vehículos de pasajeros, la mitad que Alemania aproximadamente.
En 2016 había 22 millones 876 mil 830 de turismos matriculados, pero no hay que olvidar que casi nueve de cada 10 vehículos que se fabrican en España se exportan a otros países.
Poner una fecha límite al motor de combustión es una llamada de atención a los fabricantes para que reconviertan su industria en un modelo sostenible y no contaminante, antes de que el mercado europeo busque en otro lugar esta producción que, en España, representa más del 10% del Producto Interno Bruto (PIB).
La organización ecologista afirmó que cada país deberá adoptar una fecha de eliminación significativa e instalar un marco regulatorio vinculante para implementarla.
Recordó a la ministra de Transición Ecológica e Industria, Teresa Ribera, que la movilidad y el transporte no son sólo asunto de fabricantes y sindicatos, también es un tema ambiental de primera magnitud y en sus propuestas participativas deben verse representadas.
Por ello, Greenpeace reclamó al Ministerio de Industria su inclusión en la Mesa de Movilidad propuesta por dicho organismo para afrontar los diferentes aspectos que afectan a la movilidad en las ciudades.
GAC