Claudia Sheinbaum es la jefa de Gobierno electa.
Para su discurso, en la recepción de la constancia, sacó sus compromisos y recordó que encabezará un Gobierno honesto, abierto, democrático, austero, incluyente, que actúe con y para con el pueblo… Trabajaremos todos los días para pacificar y dotar de seguridad a los que vivimos en esta gran ciudad…”.
Y agregó:
“Hago un llamado para que las 16 alcaldías implementen un programa de austeridad republicana y para acabar con la corrupción en la ciudad”,
Suena muy lejano, pero tal vez sea el mensaje directo a las familias, amigos y grupos que pretenden seguir controlando las alcaldías, antes delegaciones.
Hay quien duda de sus palabras, sobre todo aquéllos que han vivido en los últimos cinco años mas violencia, corrupción y más corrupción.
La mejor historia es la realidad.
El Análisis espacial para la reducción de la violencia letal, elaborado por la organización México Evalúa, dice, entre otras cosas, que en las delegaciones:
“La violencia se agudizó durante el periodo 2012-2017… Las cuatro delegaciones que presentaron mayores homicidios dolosos en 2012 fueron Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc y Venustiano Carranza; en las restantes demarcaciones también se registraron incrementos… Las delegaciones que en 2012 eran consideradas como las más seguras registraron incrementos considerables en 2017, son Coyoacán, Magdalena Contreras y Milpa Alta”.
La organización México Evalúa considera que “esto pudiera significar que la violencia letal está empezando a extenderse por la mayor parte de la capital”.
En lugar de atajar desequilibrios y al margen de quienes pagan impuestos y con ello sus sueldos, los delegados no fueron capaces de aplicar la ley.
Abrieron caminos contrarios, desviaron fondos, ofrecieron libertades al comercio legal e informal, privilegios al cartel inmobiliario con ofertas ilegales y mantuvieron su posición de no escuchar.
El Gobierno de la Ciudad de México permitió que la dignidad y la libertad de las personas durante estos últimos años fueran violentadas.
Dicen que la corrupción es una cuestión moral.
Esperamos que el nuevo Gobierno la tenga, que esté preparado para afrontar los desafíos y le exija a los alcaldes cumplir con sus responsabilidades.
Una alcaldía puede sacar lo peor que llevan dentro las personas.
Milonga: a cuatro años, ¿quién mantiene económicamente vivo el movimiento de los 43?
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