España es un gran país. Es mucho más que las ansias de que Cataluña quiera independizarse; más que las rencillas que se han abierto entre unos y otros a raíz de la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco.
Los españoles seguimos levantándonos de la adversidad. Así lo evidencian las batallas que escribieron las páginas más gloriosas de la historia de España; así lo demuestran los grandes personajes que, de manera decisiva, han marcado momentos sellados en los diferentes siglos que nos han dado esa singular esencia.
El Cid Campeador, don Pelayo y luego Cristóbal Colón, los Reyes Católicos, los embozados y el pueblo de Madrid que luchó como titán contra los franceses, el Siglo de Oro con Cervantes y Lope de Vega a la cabeza, Gaspar Melchor de Jovellanos y más actuales, Lorca, Dalí, Buñuel, todos, todos ellos y muchos más han contribuido a dibujar la historia de España. El resto hemos aportado nuestro trabajo, grano a grano, sudor a sudor, sacrificando las horas y el cansancio para hacer la intrahistoria de este gran país llamado España.
Por eso asistimos asombrados a ver cómo unos pocos intentan dinamitar la convivencia entre los españoles. Lo vemos en Cataluña donde, insistentes, persisten, una y otra vez, en querer separar a Cataluña de España. No entienden que todos somos uno y que remamos todos en la misma dirección porque así lo estamos haciendo desde hace siglos.
Y en este gran país nos ha tenido que tocar un Gobierno nefasto con un Presidente aun peor.
Después de tres crisis ministeriales en cien días, después de que el presidente Sánchez ha entregado todo a los catalanes para que se puedan separar, después de un aumento del desempleo de 205 mil parados en tan sólo un mes, después de que le ha explotado en las manos el problema de la inmigración y después de que la deuda pública se sitúa ya en un billón 400 mil millones de euros y también después de subir los impuestos de una manera escandalosa, se nos marcha a Estados Unidos supuestamente en visita de Estado.
Es cierto que ha visto -un minuto–, pero ha visto a Donaldo Trump, que pasó fugaz por Naciones Unidas y que ha ofrecido una conferencia de prensa. ¡Cuánto trabajo!
Y mientras tanto, aquí en España deja la casa sin barrer y la política hace aguas por todos lados.
Sánchez, aburrido, deshoja la margarita desde Nueva York, mientras ve cómo se cae su gobierno. Pero no le importa, ya ha dicho que no va a anticipar las elecciones generales y que éstas serán en 2020. Hace pocos días dijo también que se quedaría en el poder al menos hasta 2030. ¡Claro! Es que eso de mandar es muy bonito. Lo digo porque cuando llegó al poder en junio dijo que su gobierno sería interino, y ahora afirma que va a durar al menos 12 años. Cómo cambia el cuento, de principio a fin.
Al final tenemos lo que nos merecemos. Se cuela el populismo rancio, con el independentismo de los catalanes. Y todo ello con una criatura, el presidente Pedro Sánchez que ha sido su valedor.
¿Por qué tanta mediocridad? ¿Por qué?