Política de medios, promoción estatal de producciones, pago de publicidad, prevención del consumo de drogas y cultura de la seguridad, en el Gobierno de la cuarta transformación, podrían estar interconectados.
El próximo Gobierno estaría en condición de librar varias batallas si contara con la disposición intelectual y política de colocar en el centro de su operación institucional, varios problemas que pueden ser abordados desde diversas ópticas, pero atendidos a partir de un mismo presupuesto, lo cual es clave en un discurso de austeridad y de eficiencia gubernamental.
El 90% de los más de 460 mil adictos a las drogas que existen en México comenzó a consumirlas antes de los 26 años, según el Instituto Nacional de Psiquiatría. Estudios de la influencia de la industria cultural, de comunicación y psicología apuntan a la vulnerabilidad de construcción de imaginarios en edades tempranas de la vida, especialmente antes de los 18 años.
¿Deberá el próximo Gobierno federal plantear un nuevo enfoque sobre lo que ocurre en materia de las actividades que se intersectan sobre el consumo de drogas y sus representaciones colectivas y la forma en que las empresas participan respecto de ellas? Contundentemente sí.
Un “robaplana” de publicidad pagada en la primera página del diario Reforma, la semana pasada, afirmaba que la industria cervecera es la única que trabaja unida en erradicar el consumo de alcohol entre menores.
El alcohol es una droga legal. La Comisión Nacional Contra las Adicciones calcula que en los últimos años el consumo de alcohol y drogas ha crecido 50% en niños y adolescentes y hasta 200% en niñas y jovencitas de las mismas edades, por lo que ya es prácticamente igual el número de adictos en ambos sexos.
En México, el consumo de drogas legales como el tabaco y el alcohol hace adictas a dos de cada 10 personas. Así que lo menos que se puede decir es que la campaña de cualquier industria productora de una droga legal, por ejemplo la cerveza, debe interconectarse con muchos otros esfuerzos para tener éxito y permitir condiciones de consumo evitando las de adicción.
Acerca del Estado Mexicano respecto de las drogas ilegales, suaves o duras, su eficacia está sujeta a mayor controversia. Existe enorme vulnerabilidad de cientos de miles de jóvenes en todo el país. De todas las clases sociales.
Las narcoseries podrían ser, en ese contexto, con independencia de su relativa calidad y la complejidad ilustrativa de su enfoque, una parte del problema, y lo deben ser del debate.
Curiosamente, Juan Pablo Escobar, hijo del capo colombiano Pablo Escobar, consideró que esas series, en algunas lecturas, al glorificar a los capos confunden a los jóvenes y a las instituciones -que carecen ellas mismas de modelos externos e internos- ante la falta de claridad de sus campañas de prevención.
El desafío del próximo Gobierno en materia de prevención de adicciones es gigantesco en su responsabilidad con los jóvenes.
@guerrerochiprés