A Rosario Robles le resulta fácil saber de dónde vienen los ataques.

-Es fuego amigo –dice a sus colaboradores.

Ha sido señalada de manera sistemática en los dos cargos ocupados durante el sexenio, primero la Sedesol y después la Sedatu.

Diferente a su suerte en la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, donde suplió a Cuauhtémoc Cárdenas y fue relevada en paz y sin persecución por Andrés Manuel López Obrador.

Claro, eran compañeros en el PRD, y el tabasqueño contribuyó con su apoyo, su influencia ante el michoacano y su voto para convertirla en presidenta.

Luego, como todos sabemos, cambió la correlación con los videoescándalos.

Hoy, contra algunas especulaciones, no viene de ahí la cacería hacia ella ni el filtro de sus cuentas.

Si ella está en lo correcto, el origen se encuentra en otro lado.

En primera instancia, en su sucesor en la Sedesol, el ex candidato presidencial José Antonio Meade y primero en perseguir cientos de operadores de programas sociales federales.

Y como chocó con Luis Videgaray, también lo supone atrás del bamboleo de la cuna.

Nada de cacerías: AMLO

Hasta hoy, empero, no hay pruebas directas.

-Yo no he firmado ningún contrato –recuerda a sus asesores, quienes intentan asomarse a expedientes y denuncias sobre presuntos perjuicios en los más pobres de las ciudades y del campo.

Cierto o no, tiene listos sus estados contables por si en algún momento es llamada, lo cual no ha pasado en este Gobierno y, por lo sabido, tampoco será en el de la cuarta transformación.

He aquí los indicios:
Por diferentes vías han mandado preguntar a Andrés Manuel López Obrador si habrá persecución abierta contra los secretarios de Estado de la administración de Enrique Peña Nieto.

-No, nada de cacerías –responde.
Si hay pruebas, se investigarán, pero no por consigna.
-¿Y contra Rosario Robles?
-Tampoco. Contra nadie.
Justamente por esos tiempos el de Macuspana fue entrevistado sobre las acusaciones a Robles y la definió como chivo expiatorio –más bien chiva, diría yo- de la mafia del poder.
A ésta y “algunos de comunicación les gusta mucho ofrecer circo a la gente, y nosotros ya no queremos eso”.
Aquí está la primicia:
Lo dicho en público ha sido transmitido también en privado a Rosario Robles.

Jiménez Espriú, en veremos

1. El sondeo sobre el nuevo aeropuerto tiene muchos ángulos colaterales.
Lo primero es ver en qué lugar del altiplano se construye y si se frena una obra avanzada, con decenas de miles de millones invertidos y otras más en ejecución.

Pero también puede definir la suerte de Javier Jiménez Espriú, quien ya aparece cansado y sin suficientes argumentos para cumplir el encargo de inclinar la decisión a Santa Lucía.
Vale la pena dar seguimiento a su futuro.

2. En la cúpula política hay sorpresa con Enrique Cárdenas.
El coordinador regional de la Secretaría de Gobernación tiene descuidado el estado, pero trabaja en sus aspiraciones de presidir al PRI estatal.
Lo ven como traidor porque por un lado cobra en el Gobierno federal y por el otro ataca al presidente Enrique Peña.

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.