La relación que los perros tienen con el ser humano va más allá de la amistad, es un vínculo que los especialistas calculan que supera los 12 mil años de antigüedad, incluso antes del descubrimiento de la agricultura, pues se han descubierto entierros prehistóricos donde ya aparecen restos caninos junto a los de seres humanos.
Además de la compañía mutua, a lo largo de la historia los perros han realizado diferentes actividades conjuntas con los humanos, como la caza, el pastoreo y la vigilancia del hogar, e incluso, en ocasiones, han ido a la guerra juntos.
En la actualidad, especialistas han desarrollado otra área en la que el perro aporta otro gran aporte al ser humano, que es la del servicio de asistencia.
Los ejemplares que se dedican a la asistencia no son como los perros comunes, pues además de las cualidades que la mayoría ya tiene en sus genes (como la lealtad), pueden ayudar a las personas a superar sus limitaciones físicas y psicológicas, además de las barreras físicas de su entorno.
Esto no sólo se limita a las situaciones cotidianas, pues también es muy importante la ayuda emocional que aportan al usuario al darle confianza y seguridad.
El perro de asistencia y servicio no necesariamente debe ser de una raza determinada, lo importante es que sus características físicas se adapten a la función que va a desempeñar; a su vez, el paciente y futuro dueño debe ser preparado para convivir con el perro, para así generar un vínculo en el cual se pueda explotar al máximo el entrenamiento del can.
Después del entrenamiento, los canes pueden ayudar a una persona limitada en sus funciones físicas a alertar de un desmayo y convulsiones, a vestirse, a detectar baja en la glucosa, a abrir puertas y traer objetos, entre otras cosas, llevando la labor de estos caninos no sólo a una amistad. sino a una nueva vida.
Un caso de éxito sobre las ventajas de los perros de servicio es el de Valeria, una joven que vive con el Síndrome de Ehlers Danlos (SED), lo que le impide llevar una vida normal, debido a que su cuerpo no genera el colágeno básico para sostener las articulaciones, huesos y órganos. El simple intento de abrir una puerta puede resultar en una fractura de muñeca o múltiples desmayos en solo día.
Luego de ser diagnosticada, tuvo que abandonar la escuela y no podía salir de su casa debido a la necesidad de vigilancia y cuidados por parte de sus familiares.
Sin embargo, uno de sus doctores vio la posibilidad de adquirir un perro de servicio y alerta médica, por lo que, con la autorización de la familia, se puso en contacto con Aarón Alemón, de la Fundación K7, que se especializa en adiestramiento y educación canina, entrenando desde perros de rescate hasta de alerta médica.
Después de valorar las necesidades y el carácter de Valeria, la fundación buscó la raza y tipo de perro adecuado para ella, llegando a la conclusión de que un Terranova, por su tamaño y temperamento, podía ser su mejor opción.
Después de analizar diversos ejemplares se optó por una hembra de nombre Agatha, de algunos meses de edad y, después de entrenar tanto al can como a Valeria y su familia, se logró hacer el vínculo para servir como perro de alerta médica.
Actualmente, Agatha le avisa a Valeria con segundos de antelación cuando está a punto de sufrir un desmayo o convulsiones, pues está sincronizada con el ritmo cardiáco de su dueña, de la que no se separa las 24 horas del día.
Y aunque en ocasiones han tenido que luchar por el acceso a restaurantes, tiendas o cines, Agatha ya cuenta con una certificación como perro de alerta médica y puede viajar con Valeria en un avión.
Ambas lo han logrado juntas. Ahora, la vida de Valeria tiene un antes y un después de Agatha.