Recientemente, tuve la oportunidad de viajar por Singapur Airlines en un largo viaje desde Singapur (los 16.700 kilómetros se recorren en 17 horas y media) a la ciudad más vibrante del planeta. El viaje, por supuesto, sin escalas. A llegar, pernocté en el St. Regis y fui dos veces a cenar/comer al Club 21 y al restaurante La Grenouille (en el que solía comer regularmente con Jaime Peñavera –qepd–, en ese entonces, cónsul de México en New York City). La aerolínea SA usó un Airbus A350—900ULR de última generación. El vuelo SQ22 despegó un jueves desde el aeropuerto Changi. Se esperaba que la ruta completa, incluyendo los tiempos de aterrizaje en el aeropuerto de Newark, se realizará en un máximo de 18 horas 45 minutos. El avión aterrizó al día siguiente (viernes) a las 5.23, 30 minutos antes de lo programado.
El avión, con 13 tripulantes, 161 pasajeros –67 en clase preferente, y el resto en turista premium— usó la ruta norte del Pacífico a través de Alaska y Canadá para llegar a NY, aunque también existen otros itinerarios posibles por el Polo Norte y a través de Europa y el Atlántico. La nave dispone de mayor espacio y un diseño especial para reducir el “jet lag”.
Los viajeros que usen esta ruta, que Singapur operará a diario, se ahorrarán entre cuatro y seis horas de viaje con Escalas. Cuenta con menús especiales y ¡hasta mil horas! –para locos virtuales– de contenidos audiovisuales. El billete solo de Singapur a NY va de 1.800 a 3.700 euros. En 2004, Singapur Airlines empezó a cubrir la ruta, pero la abandonó uno año más tarde, debido al alto precio de la gasolina. Ahora la retomó gracias a la nueva generación de aviones, mucho más eficientes/ligeros. Este Airbus con plazas reducidas para aumentar su autonomía, puede volar hasta 17.900kilómetros o 20 horas sin escala.
Hasta el momento, el vuelo comercial más largo era el de Qatar Airways entre Doha y Auckland (Nueva Zelanda), 14.200 kilómetros en 17 horas y 15 minutos. Los analistas auguran más vuelos de este tipo en el futuro, dirigidos a hombres de negocios o celebridades. Por supuesto, operarán paralelos a los vuelos con escala, más económicos.
La nieta de Isabel II de Inglaterra
Eugenia de York, hija del príncipe Andrés de Inglaterra y de nuestra conocida Sarah Ferguson (cuando estuvo en México, solía ir con nuestro amigo Pablo Rincón Gallardo Corcuera, qepd, a los partidos de polo que tenían lugar en Tecamac). Eugenia es novena en la línea al trono de Inglaterra. Se casó con Jack Brooksbank, su novio durante ocho años, en la capilla del palacio de Windsor (donde estuve hace años con Arturo Sobrino, José Jové, Tony Scheffler, Fortino Ibarra, entre otros) cinco meses después de que los hicieran en el mismo lugar, los duques de Sussex. Este enlace tuvo un tono más familiar, y claro, el protocolo fue más laxo que en las bodas reales. Eso sí, asistieron todos los Windsor y un puñado de celebridades que desfilaron, luchando contra el viento, por la alfombra roja. Las cámaras de TV no tuvieron acceso al interior de la ceremonia (¿y los diarios y revistas?; no lo sé).
Naty Abascal, todo un icono de la moda española
En la Real Academia de San Fernando, mi amiga Naty Abascal (que ha vestido a las mexicanas Adriana Abascal/Genoveva Casanova para portadas y reportajes en la revista Hola, de Mamen Sánchez) fue homenajeada por la publicación Telva. Un tributo con cena, champagne y una exposición de sus mejores trajes, libros y cuadros. Siempre leí cómo le hacían Oscar Wilde, Andy Warhol, Carlos León, Carlos Denegri, Agustín Barrios—Gómez, Duque de Otranto, entre otros, para no perderse las buenas fiestas, además de sus cualidades para brincar de una a otra reunión en el mismo día/noche (como el que esto escribe suele hacer desde hace 51 años, despidiéndome a la inglesa/francesa; a muchos no les gusta, pero ese no es mi problema).
Yo lo hago en varios taxis –no Uber ni Cabify–, además de que aconsejo que organicen sus eventos lunes, martes o miércoles. Los jueves hay demasiados eventos, tráfico, y en México, las tormentas han convertido a la capital en una metrópoli caótica. En su homenaje en Madrid, Naty se colocó en una mesa que ella misma llamó Warhol. No hay nadie como Naty. Esa es la base de su condición icónica, elegantísima siempre y singular. Durante su etapa como Duquesa de Feria, le llamaban ¡Duchess of Feria! Esa noche, Miguel Bosé nos sorprendió interpretando “Sevilla” que le dedicó a Naty. Por último, Isabel Preysler –junto con su esposo Mario Vargas Llosa– fue a descubrir su figura en el Museo de Cera de Madrid. ¡Olé, olé! Y hasta el próximo jueves, ¡abur!
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