¿Quiénes son estos llamados ‘disidentes’? ¿De dónde vienen sus puntos de vista y qué importancia tienen? (…) ¿Qué es exactamente esa oposición en el marco de este sistema? ¿Qué es lo que hace? ¿Qué rol juega en la sociedad? ¿Cuáles son sus esperanzas y en qué están basadas?”. De estas dudas despega el gran ensayo “El poder de los sin poder” del último presidente checoslovaco y primer presidente checo, Václav Havel (1936-2011).

La oposición es tan necesaria como el gobierno. En democracia, el pedazo que mejor ha narrado una alternativa es quién suele reemplazar al poder oficial. Y en dictaduras, es un trabajo de alto riesgo que conlleva contracampaña permanente pero también el siempre estar listo para gobernar, debido a la volatilidad propia de los sistemas sin elecciones.

Pero para asumir los importantes roles de guardián, analista y soplón que ya le conocemos, la oposición primero debe ser una alternativa creíble. Si no cumple con esta premisa, lo demás pierde sentido. Por ello, al esquema democrático y a su continuidad no le convienen oposiciones excesivamente pequeñas, desperdigadas o divididas.

En el caso mexicano, el PAN está completamente dividido en lo que parecen diferencias irreconciliables; el PRI sigue en shock y pierde el tiempo simulando un “proceso de renovación”; y el PRD está poniendo sus papeles en orden antes de suicidarse (Desaparece el PRD; en 2019 se fundará un nuevo partido: Zambrano, El Sol de México, 13/10/18).

Un buen primer paso para reconstituirse en alternativas creíbles sería responder, ante la sociedad, preguntas básicas como las que se hizo Havel. Por ejemplo, si la sociedad no puede responder con un cierto grado de claridad quiénes son los panistas, para qué quieren el poder o en qué creen, hoy el PAN no está siendo una alternativa viable ante sus ojos.

Es más, ¿podrían sus propios militantes responderlas? ¿En qué cree un priista hoy, por ejemplo? Un militante de MORENA, aunque no conozca bien los cómos, sabe exactamente qué contestar: en la “cuarta transformación”, en “primero los pobres”, en “erradicar la corrupción”, en la “no intervención”, en un tipo de austeridad y en hacer más refinerías.

Subestimar la importancia de estas respuestas por lo básico de las preguntas es un error: las primeras son la esencia de tu narrativa, y si nadie las conoce, nadie te conoce realmente (y la culpa es solo tuya). Cuando alguien no entiende lo que dices, reformulas y vuelves a presentar; no te paras indignado y te vas. Pero si te tardas mucho reformulando, el que se va es el otro. México necesita de sus guardianes, analistas y soplones cuanto antes.

@AlonsoTamez

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