Entre las tentaciones de ser políticamente correcto, llamando a proteger y acompañar acríticamente a los migrantes y, del otro lado, de supeditarse a las posturas vinculadas al descrédito de los mismos debido a los riesgos para la seguridad, de convivencia y la capacidad laboral de absorberlos, hay una visión que ya ha sido tomada por las Naciones Unidas y que es importante recordar.
Mientras el Presidente estadounidense, Donald Trump, en su estilo de aplaudir al Gobierno mexicano cuando le conviene a su retórica de promoción en la antesala de las elecciones de medio término, y en tanto el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, promueve su simpatía por el respaldo a los migrantes, ese recordatorio es pertinente.
Hay tres razones de fondo por las cuales es importante proteger los derechos humanos de los migrantes, según la ONU.
La primera, por derecho y moralidad. La segunda, porque bien gestionada, la migración tiene efectos beneficiosos. Finalmente, la tercera, porque un sistema migratorio justo contribuye a la defensa del Estado de Derecho y a contener la vulnerabilidad de los migrantes y de las personas alrededor de ellos.
El argumento de la ONU es que aunque hay evidentemente restricciones en los derechos que la norma internacional otorga a los migrantes y sus familiares, como las relativas al derecho a la residencia y a la participación política en el país de destino, no hay restricciones en lo que se refiere a sus derechos humanos. Los derechos a la vida, a la libertad y a la seguridad de la persona, así como los derechos humanos a la educación, la salud y la identidad cultural son, básicamente, universales.
Es decir, si México quiere ser parte del Estado de Derecho Internacional, debe añadirse a la defensa del instrumental jurídico relacionado con los migrantes, sin que ello implique, por supuesto, omitir hacerles cumplir la ley vigente para el conjunto de los mexicanos.
En lo que respecta a las ventajas de la migración, el organismo internacional sostiene que aunque la migración se produce frecuentemente, como en el caso de la caravana hondureña, en circunstancias no reguladas, la experiencia demuestra que los procesos migratorios bien gestionados “incrementan el efecto beneficioso de las contribuciones al desarrollo económico y social de los países de origen, tránsito y destino, así como al desarrollo humano tanto de migrantes como de nacionales, contribuyendo también a la cohesión social”.
Esto es, con un adecuado manejo institucional y por supuesto mediático, la crisis real y aparentemente representada por la caravana de migrantes centroamericanos debería ser una oportunidad para fortalecer el Estado de Derecho en México y en el hemisferio.
En relación con el tercer punto, se indica que los migrantes cuyos derechos quedan desprotegidos tienen más probabilidades de ser víctimas de abuso y explotación: tienen, se insiste, “más probabilidades de ser percibidos como competidores desleales en el mercado laboral, ocasionando tensiones sociales”.
En otras palabras, la desprotección de los migrantes contribuye al incremento en México de los problemas asociados con el origen de su movilización, sean estos económicos o de seguridad.
@guerrerochipres