El mundo no está hecho para los discapacitados, acusa Eneida Rendón. En México cinco millones 739 mil 270 personas padecen alguna discapacidad, según datos del Inegi. Eneida padece dos: ceguera de nacimiento y sordera a causa de una intoxicación.

Eneida Guadalupe Rendón Nieblas nació en Escuinapa, Sinaloa. Radica en Guadalajara desde pequeña. Tiene 35 años. Toca el piano. Y sueña con un mundo inclusivo para los sordociegos.

Mi cuerpo, mi reto

Rendón Nieblas nació ciega; a los ocho años comenzó con problemas de audición progresiva; utilizó aparatos para ayudarle a escuchar mejor; fue a los 14 años cuando la pérdida del oído se agravó: “Tuve un distorsionamiento auditivo que no me dejaba entender nada de lo que se me decía; perdí por completo la audición y así viví durante 11 años”, comentó Eneida.

En los niños, 60% de los casos de pérdida auditiva se deben a causas prevenibles, advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Su vida se complicó, estaba acostumbrada a escuchar, fue suspendida de la escuela y de las clases de música. Eneida buscó nuevas formas de comunicación; aprendió computación a través de una línea braile que facilitó sus actividades. “Poco a poco me fui adaptando, pero fue difícil porque dependía de la gente; no podía salir sola ni con nadie que no supiera cómo comunicarse conmigo”, cuenta.

¿Cómo se comunicaba con su familia durante esos 11 años? Con golpes en el piso, letras dibujadas en la palma de las manos, braile.

Lo más difícil

Lo más difícil para Eneida fue la falta de oportunidades. “Yo sentía que podía hacer las cosas, pero no me daban chance. El perder la escuela y las clases de música. Sentí que mi vida no tenía sentido, que no había nada que hacer para mí.

Cuando me salieron alas

“En la música comencé desde chica, estudié varios instrumentos. A los 11 años empecé con el piano y fue lo que más me gustó”. Cuando la sacaron de las clases de música, el maestro le dijo que no podía continuar porque para ser una buena pianista debía tener un buen oído. “Yo sentía todo a través de la vibración; me metía por una ventana rota al salón de música para poder tocar. A los 18 años, me entero que una maestra le estaba dando clases de piano a niños de una institución, le pedí que me enseñara. Marcaba el metronomo en mis hombros, tocaba las teclas para sentir cómo iba y pude continuar.

Este año, Eneida se presentó en vivo ejecutando el piano acompañada de la Orquesta Filarmónica del Desierto Coahuila de Zaragoza, consagrando su carrera como pianista.

El implante coclear

La limitación de dos sentidos disminuye los estímulos que la persona recibe de su entorno; repercute directamente en la comunicación y en la forma de apreciar al mundo. Eneida tenía 25 años cuando recibió el implante coclear que le permitiría volver a escuchar. Durante el primer intento de ponerle el implante se dieron cuenta de que padecía una deformación que no le permitiría usar el aparato. Se mandó a hacer uno a su medida.

¿Cuál es mi destino?

Eneida tiene una licenciatura en Gestión Cultural. Disfruta de la música clásica y de bailar Despacito con los amigos. Entre sus pasatiempos destaca la lectura, la escritura, compartir con la gente, las manualidades y el arte. Trabaja como masajista en una clínica de reflexología y participa en programas de radio. Además estudia un diplomado en Derechos Humanos, para hacer de este país, uno más inclusivo para los sordociegos.

Xavier Rodríguez

LEG