La muerte ronda al cardenal Norberto Rivera Carrera.
Al menos es la segunda vez en ver armas y escuchar ráfagas de plomo.
La primera fue en junio de 2012, en Tijuana.
Fue invitado a una ceremonia religiosa y, de regreso al aeropuerto, iba acompañado del entonces secretario de Finanzas del gobierno estatal, José Ramírez, el conductor del vehículo y otro pasajero justo atrás de él.
Rivera Carrera ocupaba el lugar del copiloto.
De repente lo cercaron escoltas de malosos y lo encañonaron.
Él bajó el vidrio del vehículo, los sicarios lo identificaron como prelado y, tal vez con la sombra de Juan Jesús Posadas atrás, simplemente le pidieron continuar su viaje sin protestar.
El resto del trayecto fue de silencio, con alusiones apenas para aventurar:
-Así opera la gente de los hermanos Arellano Félix -a la sazón el cártel dominante en el noroeste del país y en lucha constante por cultivo y ruta de mariguana con el cártel de Sinaloa.
Como sea, nunca se investigó y nunca se supo.
A ver si ahora sí se da con quienes propiciaron la balacera frente a su casa en la colonia Florida de la Ciudad de México.
Los primeros indicios conjeturan de un intento de secuestro, evitado porque sorprendieron a los intrusos al repeler la agresión y no encontrar éstos puertas francas, como suponían cuando tramaron el plagio.
DEL GABINETE A LOS GRANDES CLIENTES
La ruleta política cambió las suertes y no hay espacios para ellos.
No a la vista, por lo menos.
Por eso buscan nuevos senderos y, como la mayoría de sus antecesores, creen encontrarlos en el sector privado o en los reductos de la esfera pública donde persisten los viejos partidos.
Son o fueron miembros del gabinete en tiempos recientes.
Uno de ellos todavía despacha como secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio González Anaya, pero no sobrevivirá a diciembre porque ya hasta tiene sucesor, Carlos Urzúa.
Su antecesor José Antonio Meade salió de la dependencia con el señuelo de ser Presidente, pero en el camino se encontró los horrores de la carga histórica del priismo y la avalancha de promesas para todos los males, como si fueran pomadas milagrosas.
Otro antecesor hacendario en el calderonismo, Ernesto Cordero, no sobrevivió a los estragos megalómanos del panismo encarnados por su ex candidato presidencial Ricardo Anaya.
Y el cuarto personaje, Mikel Arriola, hizo cuanto pudo en la Ciudad de México, pero el asistencialismo mantiene inviolada la principal plaza de Andrés Manuel López Obrador, su partido y su política.
GONZÁLEZ, MEADE, CORDERO, ARRIOLA
Hoy todos ellos se lanzan a una experiencia nueva.
Juntos analizan la creación de un despacho para ofrecer asesoría financiera del máximo nivel y ya tienen un amplio espectro de potenciales clientes.
En alguna o mayor medida forman parte de la escuela del liberalismo impulsada con éxito por Pedro Aspe durante el gobierno de Carlos Salinas y a cuya salida se dio el llamado error de diciembre en 1994.
Aspe creó Protego y desde ahí reestructuró deudas de varios estados, les ordenó sus finanzas, los protegió de riesgos -políticos incluidos- dentro y fuera del país.
Tras 10 años de ejercicio y altos ingresos -de 1996 a 2006-, su firma pasó a Evercore Partners, a la cual presidió hasta principios del año pasado.
Los cuatro personajes del nuevo proyecto tienen plena información y saben la competencia existente porque han surgido otras firmas, amén de la saturación del mercado nacional.
Pero no faltan estados compañías privadas en problemas y necesitados de la experiencia nacional e internacional de muchos años.
Y más con un gobierno de giros inciertos.