El terrible asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi en el consulado de Arabia Saudita en Turquía supone una inflexión para el país de los petrodólares. La manera en la que ocurrió el asesinato horrorizó a muchos de los países a nivel global.
La paralización de envío de armamento por parte de algunos estados, a Arabia Saudita como Alemania, pretende ser un castigo. Pero no todos siguen esa línea; España continuará enviando armamento para suministrarlo en Arabia Saudita. El gobierno de Pedro Sánchez ha optado por la continuidad de los trabajadores de las empresas armamentísticas españolas. Son muchas las familias que se quedarían desempleadas, y eso ha sido lo primero a la hora de escoger.
Ese asesinato contenía un mensaje implícito. No se puede conspirar contra la monarquía saudita como lo hizo Khashoggi. Las críticas en influyentes diarios estadounidenses representaron la primera línea roja. Además, sus relaciones con algunos miembros de la Casa Real Saudita, que querían ser los próximos regentes y quitarle el poder al Príncipe Heredero, Salam, hicieron peligrar su existencia. Ese pecado fue determinante.
Y ¿por qué Turquía? Y sobre todo ¿por qué Turquía aprovecha la situación y se enfrenta aun más con los sauditas? Para empezar, el propio Presidente turco, Erdogan, fue al Congreso de su país para informar. Sabía perfectamente que se le estaba viendo en todo el mundo y aprovechó para hacer patente esa desunión con los sauditas, a pesar de ser todos musulmanes. Parece que por ahí van los tiros.
No podemos olvidar que Turquía representa el último califato, y Arabia Saudita quiere ser el nuevo. En Arabia Saudita se encuentran dos de los lugares más sagrados: la Meca y Medina. Por eso, entre otros motivos quiere convertirse en el líder del islam suní. Tiene poder, dinero y nada menos que petróleo, mucho petróleo. Bastantes países musulmanes prescriben su cercanía con Arabia Saudita, eso sí limitada, pero cercanía al fin. Argelia, los Emiratos Árabes Unidos, Omán, Marruecos se sitúan en esa pléyade de naciones cercanas a la monarquía saudita.
Turquía es un país sunita; Arabia Saudita también. La diferencia es que el primero tiene como precepto a los Hermanos Musulmanes, y Arabia Saudita mira a éstos con mucho recelo. Los Hermanos Musulmanes es un movimiento que nació en Egipto y representa al último precepto de carácter islamista y la base del yihadismo moderno. En esa diferencia insoslayable entre ambos países, tanto Turquía como Arabia Saudita tienen no pocos enemigos. Por eso la evidencia por parte de Turquía de esa mala relación.
Habrá que esperar para ver qué arrojan las investigaciones sobre el asesinato de Khashoggi. De ser las autoridades sauditas, tendrán que dar muchas explicaciones. El tiempo lo dirá.