El consumo de productos elaborados a base de harina de maíz, como gran parte de las tortillas que se producen en nuestro país, no representa ningún riesgo para la salud, al contrario, puede obtenerse un mayor beneficio nutrimental, aseguraron expertos.
De acuerdo con Araceli Martínez Coronado, nutrióloga certificada por el Colegio Mexicano de Nutriólogos, desde hace varios años la Secretaría de Salud en México y recientemente la propia FDA, en Estados Unidos, aprobaron que la harina de maíz fuera adicionada con vitaminas y minerales Y ácido fólico para proporcionar un mayor aporte nutrimental a la población.
“En la elaboración de la tortilla, el proceso más antiguo es el de la nixtamalización, que consiste en cocer el maíz con agua y cal. Pero en el proceso evolutivo de la preparación de la masa, han aparecido insumos como la harina de maíz, como Maseca y Minsa entre otras, que es elaborada con base en procesos de nixtamalización pero que es adicionada con un mayor contenido de vitaminas y minerales”, afirmó.
Agregó que en los procesos de nixtamalización y de procesamiento tradicional de Los cereales se pierden diferentes nutrientes; por lo que la industria de la harina de maíz, ha buscado, con le apoyo de las autoridades sanitarias a nivel internacional fortificar este insumo, esencial en la elaboración de las tortillas en México y diferentes partes del mundo.
Según la Secretaría de Salud, se recomienda la adición de 5 mg/kg de tiamina (mononitrato de tiamina), 3 mg/kg de riboflavina (hidroclorhidrato de riboflavina), 35 mg/kg de niacina (nicotinamida), 30 mg/kg de hierro y 20 mg/kg de zinc para la harina de maíz; así como 0.5 mg/kg de ácido fólico.
Esta adición de vitaminas y minerales han ayudado en México y en Estados Unidos, sobre todo, por la gran cantidad de hispanos que viven en ese país, a disminuir los problemas de desnutrición, anemia e incluso problemas durante el embarazo entre la población que consume tortillas elaboradas a base de harina de maíz.
Asimismo, recordó que si bien recientemente un grupo de consumidores de productos orgánicos señaló que la harina de maíz contenía glisfosfato y que eso era perjudicial para la salud; eso es totalmente falso, pues la cantidad encontrada está muy por debajo de los límites regulatorios.
Hay que recordar que el glisfosfato es una molécula usada en los plaguicidas que se riegan a los campos de maíz y en muchos otros cultivos ; por lo tanto es natural que una parte de esta sustancia permanezca en el grano.